– No pienso verlo. –
Akiko observó su mirada, Tsukishima había evitado ese contacto desde que la conversación empezó, no por orgullo, bueno tal vez un poco, solo no quería transmitirle aquella desconformidad respecto a la decisión de Akiko, además, odiaba admitir su negación a su partida.
- ¿Algo que quieras decir?. - Soltó brusca Akiko, logrando la mirada de Tsukishima en ella.
– Cuando la opinión y los sentimientos de los demás te importen, trata de hablar conmigo ... Y con tus hermanos. –
Tsukishima, fuera de parecer triste, mantenía su compostura neutra así como su cuerpo lo demostraba apoyado en la puerta.
Akiko, al notar como apoya su mano en el picaporte, se acerca a él sin pensarlo.
– N-no te vayas. – susurra con la mirada baja. Maldecía en su interior la forma en la que la tenía, pronunciando esas palabras, necesitando de su presencia en estás circunstancias, Akiko ya no se reconocía. – Maldición, vete si quieres, haz lo que quieras. –
Tsukishima suspira, sin saber por qué actuaba tan diferente en menos de un minuto. Mantenía firme su agarre, solo fue suficiente hacer tal movimiento generar en Akiko un sentimiento angustiante.
– Akiko. – levanta la mirada en busca de aquellos ojos. – ... Déjame entenderte. –
¿Había escuchado bien?. Si, aunque tal vez pensó que haya sido una alucinación por el estado en el que se encontraba. Incapaz de pronunciar alguna palabra, se lanza a sus brazos en busca de un abrazo.
– ¿Te has caído?. – pregunta burlón.
– Cállate, idiota. – insultaba mientras se alejaba de a poco. – Así que... ¿Me quieres conocer más, eh?. – pronuncia mientras sonríe.
– Akiko. – llama con lentitud.
Akiko tomó asiento en su cama, suspirando sujeta aquella foto sin poder suprimir los recuerdos. Eleva aquello hacia el chico y Tsukishima lo toma.
– ¿Por qué está quemada? –
– Porque no le importamos. –
– ¿Tu padre? –
– Fue la persona que falta en esta casa por su vicio. –
Ojea aquello moldeando los bordes con sus dedos, dejando que una pequeña parte quemada caiga, siendo seguido por la mirada de Akiko.
– Él nos abandonó cuando aún era chica, y por obvias razones mi hermano tomó cuidado de mí, estando ella acá. –
– ¿Sabes por qué quiere volver?. –
– Él solo quiere jodernos la vida. Quiere ver qué tan jodidos estamos y se irá de nuevo como si nada, piensa que con una mirada nos alimenta y cuida. –
Tsukishima la observa aún teniendo ese objeto entre sus manos, sus ojos enfocaron a una Akiko sonriente mientras observaba cada pequeño detalle que podía capturar de aquella imagen, que con algo de molestia le fue imposible, quería conocer a esa Akiko, la que sonreía con sus hermanos y que seguramente no tenía ese rostro serio, el mismo que ahora lo observaba intentando averiguar por qué tenía su mirada en ella hace rato.
– Tenías tu nariz roja. – habla desviando la mirada nuevamente a la foto.
– Mí madre se encontró con él a escondidas. – sigue, sabiendo que prestaba atención a cada una de su palabras.
– Me gusta cuando sonríes. –
– Nos dimos cuenta- – ¿Por qué había dicho eso? La castaña, confundida, le era incapaz poder seguir lo que tenía en mente, simplemente no podía entrelazar sus neuronas para retomarlo.