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– Tsuki, ¿Pasa algo?. – parece que nos escuchaba hace rato.

– No, lo siento si te desperté. – no pareciera haberse levantado, mas bien como si siguiera trabajando en la casa.

– Oh bien, si pasa algo solo avisenme. – sonríe. Su mirada se podía sentir tan cálida, el hecho de solo estar a su compañía te hacía sentir como si en verdad fueras su hija. – Por cierto, solo por hoy dale la cama a Akiko, ¿Si?. –

El poste se queja, mientras acomoda sus lentes responde con un asentimiento.

– Dormirás afuera. – Agh, que insoportable.

– Como digas rubia, mientras más tarde en dormirme, más te voy a ver la cara de patético que tienes y voy a escuchar tu voz irritante. – dije en queja, acomodé todo en el piso haciendo que me mire confundido.

No iba a dormir ahí arriba.

– La cama, chibi. – ¿Huh?

– No me jodas. – digo ignorando su petición. Me acomodo cerrando los ojos, era un sentimiento extraño el estar acá, pensar que el mismo idiota que me hizo desangrar la nariz con una pelota ahora me este ... ¿Ayudando? A no toparme a mi madre, aunque nisiquiera sepa el por qué, solo lo hizo. ¿Que le pasa? ¿Piensa que así puede remediar lo que hizo?

Abrí los ojos alarmada al sentir como me levantaban. Pensé que lo de idiota era solo un apodo mío.

– Cállate y duérmete. – dice a la vez que me tira como bolsa en su cama. Luego de aquello solo se acomodo a dormir dónde anteriormente estaba yo. No lo soporto, en serio no sé que le pasa.

– Esto no se queda así lentes. – expresé molesta. Escuché una pequeña risa como respuesta, pero no era de esas risas típicas, esta era más sarcástica y molesta.

No tenía sueño. Me puse a ver más a detenimiento su cuarto.

Era bastante simple, casi obvio. El típico escritorio, estantes con ... ¿Figuras de dinosaurios? Ahora veo de dónde sale la influencia para tratarme tan incivilizado.

Sentí una mirada sobre mi, parece que lentes aún no conciliaba el sueño.

– Rubia. – lo llamé, sabía que me escuchaba. – ¿Dinosaurios?. – dije calmada. No había burlas de por medio, solo tenía algo de curiosidad en saber más.

– ¿Te importa lo suficiente como para preguntarme?. – este idiota, ¿no sabe que en mi voz había una maldita banderita blanca?. Suspiré.

Me dí la vuelta, no quería escuchar comentarios sarcásticos por esto.

– Un porcentaje de mi lo pregunta. – No sabia si alcanzó a escuchar. Así que solo cerré los ojos y esperé a que el sueño me lleve.

– Los colecciono, solo porque me gustan. –

– ¿Eso es todo?. – cuestiono confundida.

– ¿Que mas quieres?. – parece molesto.

– Agh, cállate. –

– En serio eres detestable chibi. – me di la vuelta para poder mirarlo, este tiempo me había estado hablando cuando yo nisiquiera podía mirarlo.

Pude ver una libreta con su nombre escrito, lo que parecía tener el mismo carácter que la palabra luciérnaga, aunque también podría decirse Kei.

Al darse cuenta lo que estaba viendo, solo chasqueó la lengua.

¿Luciérnaga, eh?.

Sonreí, no sabía por qué, solo sentí mi nariz doler, supongo que lo estaba haciendo.







"Te escucho ... Idiota" [Tsukishima Kei] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora