Parecía lejos.
Aquel árbol a unos metros, pero por alguna razón, al estar un tiempo observando las pequeñas hojas que caían a causa del viento, las ramas que chocaban entre sí, podía escuchar como si hubiera puesto su oído pegado al tronco. Con tanta claridad, que había perdido la noción del tiempo.
Su vista viajó a una pequeña hoja, siendo guiada por el viento haciendo que suba su altura, y dejando de lado aquello, pudo observar el oscuro cielo, donde por más que parezca loco, podría contar las estrellas de a una por la poca cantidad, y a un lado un poco apartado, se podía apreciar una luna creciente.
La picazón al costado de su nariz fue la causante de su ceño fruncido, y apartandola de sus pensamientos lleva su mano a un costado para aliviarlo.
– Akiko. – llama su amiga. – Dime qué fue lo que hablaste con el entrenador, me pareció raro la forma en que estaba Tsukishima al salir del entrenamiento, que por cierto, no te ví. –
– Ya no soy lo que sea que haya sido en su grupo de adictos al voley. – responde con calma, con una pizca de intriga en su tono por saber más, pero no lo haría notar. – No era necesario otra persona ahí.
– ¿¡Que!? ¿Po-por qué lo dices? –
– Ya escuchaste. – Akiko dobla sus piernas acercado las rodillas a su pecho y apoyando sus brazos en ellas, y así su cabeza también.
– Ya veo, ahora entiendo a Tsuki. – Natsuki sonríe relajando su semblante, enrieda sus dedos detrás de su cabeza mientras tira su peso hacia atrás, cayendo de lleno en el césped, mueve su cabeza de un lado a otro por el pequeño cosquilleo al sentir como las pequeñas puntas del mismo hacen contacto en su nuca.
Akiko suspira.
– ¿Cómo vas con Tsuki? –
Si supiera por qué aquella pregunta la había movido tanto por dentro, ahora no estaría procesando más preguntas que respuestas en su mente.
Se relajo, intentando ocultar lo que sentía, hecho su cuerpo hacia atrás a igual que su cabeza haciendo que se apoye en aquel tronco del árbol en el que estaba, y formuló una respuesta.
Podría decir por seguro que ella se preguntaba lo mismo, pero jamás había pensado en eso.
¿Tsukishima que pensaría?
– Tal vez hice mal la pregunta. – sigue Natsuki. – Se supone que primero hay que saber si sientes algo por él para saber cómo van, ¿No es así? Así que ... Dime Akiko. – con una risa juguetona mueve a Akiko a los lados en busca de respuesta, el pie tocaba su pierna mientras la castaña retenía las ganas de tirarla por los aires. – ¿Sabes que es bueno? Que no veas nada además de mis pies, porque estoy segura que no aguantarías verme reírme de vos, así que hoy, voy a brindar por el árbol y mí cansancio. -
– Cállate idiota. –
Natsuki ríe siguiendo con su juego, mientras Akiko solo podía dejarse llevar por los leves golpes que recibía en su pierna. – Si no respondes, es obvio que no puedes con él, ¿No es así, Akiko?
– No quiero hablar del tema. – ¿Era tarde para seguir negandolo? Por supuesto que si, pero Akiko aún seguía en un limbo.
Lleva su peso hacia adelante y poniendo fuerza en sus piernas logra levantarse sin dificultad, pero su pecho no decía lo mismo.
Natsuki la observa de abajo.
Era raro.
La forma en que se alejaba sin decir nada, sintiendo que tal vez haya sido algo molesta, pero sabía que Akiko respondería con una risa y a la vez atacando con palabras, pero esta vez no.