Especial Navidad

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Aclaraciones: este capítulo no sigue la historia original. Por cierto, sé que llegué tarde pero no me daban los tiempos y traté de hacerlo hasta último momento como ahora, así que apenas lo terminé y lo subí, perdón por los errores ortográficos de este capítulo y la historia en general, cuando esté finalizada podré corregir con calma y tal vez cambie cosas al igual que la escritura.









– Oh cariño, te ves tan lindo con el gorro puesto. – la señora Tsukishima le era imposible no mostrar lo fascinada que estaba al verlo alli, parado a un lado del árbol, con su ceño fruncido, su vergüenza era algo que a este punto es difícil de esconder, aunque unas miradas directas y amenazantes propias del rubio eran suficientes para rebajar aquello.






– Oh en serio te veías realmente adorable Kei. – Akiko, con un gran esfuerzo en poner tanto el peso de burla en sus palabras, tomaba las mejillas de Tsukishima ladeando su cabeza a un lado y otro.

– Tal vez no haya lugar para ti, podrías dormir afuera – formula las palabras con algo de dificultad. – pero más importante, tú en serio te veías realmente tierna, mí madre se hubiera molestado si arruinaba sus fotos al intentar ir a besarte  ... –

– C-callate idiota. – ofendida, y con sus mejillas notoriamente rojas, suelta su agarre y su expresión ahora es de enojo. – solo lo dices para molestarme, maldito bastar- –

Los labios de Tsukishima, habían sido eficientes al poder calmar sus humos. Recorría cada parte de su boca queriendo recordarlo tan a fondo, encajaban tan bien, al igual que sus dedos encajaban perfectamente en el mentón de Akiko, con suaves roces en su piel tratando de impacientar a la chica.

– Agh, bastardo pervertido. – dice en un murmuro, cuando sus bocas estaban en un divorcio temporal, uno donde Tsukishima probablemente decidiría.

– Te había dicho que no podía soportarlo, ¿No?. –  una risa abandona sus labios desde el fondo de su garganta, hechando la cabeza atrás.

Con una sonrisa ladina y egocéntrica, da media vuelta con sus manos en los bolsillos del pantalón. Akiko sigue aquellos pasos, sintiendo como su ego había sido tocado en cuanto cayó en la trampa de Tsukishima.

– Maldito idiota, esto no queda así. – ahora mismo su cerebro formulaba innombrables insultos hacía él. No sabía exactamente si era legal aquello, pero quería suponerlo, y parece que eso fué devuelto de manera inconsciente en cuanto chocó con el cuerpo delgado y alto de Tsukishima, encontrándose en el marco de la puerta, como una bienvenida al mundo real.

– ¿En serio causé ese rojo intenso en tus mejillas con solo besarte? Debo ser genial. – ahí estaba él. Su ego se mantenía ahí, mantenía esa racha invicta, tan molesta y a la vez divertida para la chica, aunque en este estado solo deseaba poder dar vuelta la situación, pero le era imposible al no poder revertir lo que sentía, sus mejillas arder y su pulso acelerarse por cada mirada conectada con él.

– Cállate, sabes que puedo pedirle a tu madre más fotos para el álbum, y ahí es donde querré verte con aquel traje de dinosaurio y gorro navideño junto al árbol, no es tarde aún. – una amenaza, una cruel y bastante inquietante, aquella que mantenía Akiko con una sonrisa de lado tan amenazante como sus palabras.

Desvía la mirada, aún con su dignidad invicta.

La pequeña furia que inundaba el cuerpo de Akiko había sido opacado al sentir las manos en su cintura, aquella que también la guiaron dentro.

El pequeño Keiji, no dejaba que la desolación de ser el único pequeño en aquella vivienda obstruya su diversión, jugueteaba y corría alrededor de ésta como si fuera su fuerte de juego, un castillo en la imaginación del pequeño.

"Te escucho ... Idiota" [Tsukishima Kei] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora