Yachi yace dormida en la cama del rubio, mientras los tres jóvenes intentaban deducir como es que se arreglarían para dormir.
– Agh callense, me largo. – en un movimiento rápido Yamaguchi tomó la mano de la castaña impidiendo su paso.
– Iremos los cuatro juntos mañana, y no acepto un no de respuesta. – la castaña lo pensó. Fácilmente podría irse de allí y dormir plácidamente en su cama, ya que no se encontraba lejos de su casa, pero aún así tenía cierta intriga el saber cómo acabaría esto.
Con un suspiro, vuelve a tomar su posición haciendo un ademán con su mano para que siga hablando.
– Y-yo pensé algo pero, no sé si te gustará la idea Akiko. – rascaba su nuca nervioso bajo la mirada intimidante de la chica.
– ¿Cómo quieres que sepa si aún no me lo dices?. –
Yamaguchi ríe nervioso como en una escena de comedia romántica, aquella dónde habrían descubierto sus sentimientos.
– E-eh podríamos dormir juntos. Tsuki tú, podrías compartir la cama con Yachi. – sonrió nervioso.
La castaña no pudo darle menos importancia al asunto, no es como si durmiera con algún extraño y eso hizo entender al pecoso en su reacción.
Aunque no todos estén de acuerdo, el rubio hizo como si lo estara y tan solo recibió órdenes, pero claro, no sin antes decir algo que lo deje bien parado.
– No es como si me importara. –
Akiko desvía la mirada encontrándose con esos ojos color dorado con fusión de marrón claro, mirándola fija como si quisiera decirle algo, algo que elaboraba en ese momento pero no podía salir tan fácil de su boca. Por otro lado, la chica tenía en claro lo que diría. – Y tu lentes, ¿que piensas de tu primera vez durmiendo con tu novia?. –
Akiko mantenía la mirada, no se iba a dejar tan fácil y sabía que Tsukishima no bajaría los brazos tampoco, era una especie de lucha que crearon sin saber la razón, aunque por naturaleza de ambos, vivían en una constante lucha.
Sonrió. No había salido como las veces anteriores, esta vez solo lo hizo sin mostrar los dientes, había luchado en poner la mejor sonrisa arrogante y con aire de superior para el chico, pero solo salió eso, así como sucedía con otras cosas, pero esto no era diferente. ¿Por qué le había pasado eso?.
La tensión en el aire se podía percibir con tan solo respirar, aunque esto haya estado siendo una cosa del primer mundo para Yamaguchi. Los nervios del ambiente lo ponían a flor de piel, sin contar que no podía lidiar con aquellos dos.
– Akiko, ¿Por qué no te preparas para dormir?. – el pecoso habla, pero no lo suficiente para romper esa línea de hielo que une a ambos, un campo de batalla que los cubría en un modo invisible.
– Para nada. – responde. – De hecho ya lo hemos hecho. – pacífico. Se tomaba todo como naturalmente, nisiquiera escuchaba aquel ruido inexistente pero real, como si estuvieran estrujando algo, tomarlo y hacerle presión hasta que no pueda luchar por sí mismo, muriendo en agonía.
Pero alguien si lo sentía, y no por nada intentaba detener el sangrado de aquello.
– Maldita camisa. – se queja la castaña, tomaba su pecho con una mano. Su voz amenazaba con temblar.
– Cierto, no has traído nada, puedo prestarte algo Akiko. – Yamaguchi con las piernas temblorosas, se acerca a su bolso en busca de ropa para su amiga.
El rubio admiraba la escena, como una batalla ganada.
Esto habría sido una buena victoria, si tan solo no sintiera la necesidad repentina de calmar el dolor en su pecho.