- Solo espera aquí, ¿Si? Enseguida regreso. -
- Deja de dar vueltas y ve a buscar ese maldito botiquín. - el pecoso asiente. Nervioso por la situación, se arrepiente una y un millón de veces el haber actuado de esa forma y pedir curar sus heridas, ya que no sabía con exactitud la forma de tratarla y la única vez que realizó esto, sus nervios le ganaron haciendo que deje todo y se retire.
Unos minutos después, pudo escuchar pasos apresurados y tercos, supuso quien sería.
- Esto fué lo que ... Encontré ¡Ahhh! ¿Q-que te pasó?. - con una ceja alzada, la castaña se pone de pie y hechando un vistazo en el espejo del baño, nota que sus heridas comenzaron a sangrar.
- ¡Yamaguchi! ¿Que pasó? ¿Está bien Akiko?. - detrás de la puerta se podía oír a Yachi con un tono preocupado. - Estamos preocupados con Tsuki, se veían mal sus heridas. -
- No hables por mí. - pide molesto el rubio.
- S-si, solo comenzó a sangrar. -
- ¡Ya lárguense!. - pide Akiko.
Los dos rubios, sin objeciones, esperan en silencio en la sala cerca del baño.
- Tsuki, ¿Pasa algo?. - sus ojos, clavados en el chico, notaron el movimiento rápido de su pierna que parecía no tener control, al igual que lo demostraba al acomodarse los lentes una y otea vez.
- No. - Seco. Cortando la pequeña charla que se hubiera formado, sabiendo como era Yachi.
- A-akiko, dime cuál te duele más y la trataré primero. - Yamaguchi intentaba lo más que podía para no dejar que sus nervios lo controlen, trataba de sobremanera en pensar sus acciones sin detenimiento y detalladamente para no perder la consciencia.
- Yamaguchi, no voy a morir, puedes calmarte. - Akiko le sonríe sin mostrar los dientes. Toma asiento en un pequeño banco que se encontraba a un lado de una canasta.
El baño era pequeño, sobre todo para dos personas.
- L-lo sé, solo dime cuál quieres que trate primero. -
- Cualquiera. - responde con un suspiro. - Espera, cierra con la perilla, no quiero que entren de la nada. - pide en cuanto lo ve frente suyo con la venda con alcohol en su mano.
- B-bien. - hace caso a su pedido, mientras que del otro lado, los dos se giran algo dudosos al escuchar la perilla de seguridad ser puesta. - Por favor, n-no te m-muevas. -
Y así, con el pecoso intentando no temblar, Akiko toma su muñeca para calmarlo dedicándole una mirada firme.
Un toque bastó para que la castaña haga una mueca de dolor, hace presión en el brazo del chico y éste se preocupa de más.
- L-o s-siento A-akik-ko yo-o soy un id-diota perdón. - la castaña calma su dolor y en un asentimiento transmite lo despreocupada que estaba.
- Lo haré sola Yams. -
El pecoso asiente con culpa del no poder ayudar a su amiga, aunque esto haya pasado siempre, su manera de ver las cosas era algo diferente, se veía insuficiente y eso hacía que genere estás pequeñas inseguridades al intentarlo una vez y luego abandonar. Pero esto no estaba pasando en el voley, él, como todo el equipo, cada día trataban de superarse a sí mismos siendo una motivación para las otras personas, influenciando aquello en el chico.
Quita el seguro y apenado, sale de allí.
Los dos jóvenes que esperaban fuera, guían su mirada a él tan rápido así como Yachi se adelanta a sacarle la duda a los dos.