\\Narrador omnisciente\\
– ¡Akiko! ¿Que te pasó?. –
La castaña desvió la mirada al instante haciendo que Tadashi frunciera el ceño.
Le parecía difícil entenderla en estos sentidos, y esto era aún peor.
– Me caí. – responde la castaña, tan seco haciendo al chico dudar.
– Akiko~ dime por favor, me preocupas. – pedía con la mirada, no solo la respuesta, si no que esto implicaría un paso para el chico, un paso a la vida de Akiko como hermano mayor ayudando a la menor.
– Eso es todo. – su ilusión se desvaneció tan naturalmente como las flores al llegar al invierno. Estaba acostumbrado a esto, aunque las esperanzas nunca se fueran. – ¿Y el enano?. –
Estaba más cansada de lo común, se veía fatigada con sus párpados caídos y el movimiento lento de su cuerpo.
Ayudando a la chica, se mostraba bastante preocupado a lo que Akiko sonrió.
– Tranquilo, solo me caí. – dice en un susurro.
Iba a ir directo a su habitación, aunque se lo impidieron a medio camino.
– ¿Akiko? ¿Estás bien? ¿No te puedo abrazar porque te dolerá?. – pregunta curioso el pequeño, preocupado como si fuera su mayor, extendió su brazo. Akiko entendiendo la situación, se agachó a su altura dejando que Keiji pueda verla mejor.
– Estoy bien enano, y dame ese abrazo o en serio no lo voy a estar. – dice en un suspiro.
Keiji con sumo cuidado la abrazo, haciendo que el corazón de la castaña se sienta más cálido.
– Te extrañé. –
– Siempre lo haces peque. – dice riendo.
– N-no te rías te d-dolerá Akiko. – se apartó de su hermana y con sus diminutas manos iba tocando delicadamente su rostro. Cerró los ojos mientras sonreía, tal vez no había sido tan malo después de todo. – ¿Y esto?. –
– ¿Que? ¿Esto?. – pregunta tocando la gaza que se encontraba dentro del orificio de su nariz y por fuera tapandolo. Keiji asintió. – Seguramente me lo podré sacar mañana, pero no me duele solo está rojo, no te preocupes, ¿Si?. –
– Bien. – dice en una suspiro.
– ¿Debería lastimarme yo también?. – Tadashi ríe con su chiste. Este tiempo había estado en el marco de la puerta viendo todo, tan maravillado de su pequeño hermano verlo tratar de atender a Akiko. – Ven, tienes que ir a dormir, despídete de Akiko. –
Como había dicho, saludó a la castaña no sin antes pedirle a sus dos hermanos un beso de las buenas noches.
– ¿Irás al campamento? –
– ¿Cómo sabes eso?. – pregunta confundida. Tadashi suelta una carcajada pero se calla al acordarse.
– Cállate tonto y bajemos. –
– Bien, dime si irás. –
– ¿A dónde irás a molestar con tu presencia asquerosa e inservible?. –
Los dos voltearon a la puerta. Pudiendo verla intentando mantener en pie, la botella de whisky en una mano y la otra en puerta. Se podía ver a distancia lo ebria que estaba, sus ojos viajaban sin control y su voz no ayudaba.
– ¿Eh? Responde, niñata. – Frustrada, Akiko solo suspira. – Y al parecer, ya empiezas a tener peleas, ¿No es así?. – soltó una carcajada burlona haciendo que tenga una arcada.