Akiko, por tercera vez en la noche, suspira.
Detiene sus pasos mientras observa detrás suyo, y como lo sospechaba, Natsuki no la seguía.
- Parece una estúpida niña. - susurra.
La divisa en la vidriera de un local, con su rostro estampado en el mismo mientras se desliza de a poco, haciendo que su nariz se deforme. - Yo te amo, tú me amas ... - decía mientras con su dedo apuntaba un estante con barras de chocolate y a ella misma. - ¿Que más necesitamos para estar juntos además de mi economía?
- Deja de decir estupideces y camina.
Akiko la toma por sorpresa de su camisa haciendo que suelte un grito mientras se negaba a separarse de aquel vidrio.
- ¡Akiko!
- Cállate.
- ¡Pero- - sus palabras quedan atoradas en su paladar al observar el rostro de Akiko.
Natsuki suelta una queja, dejando su cuerpo ser arrastrado por su amiga, aunque Akiko no pensaba lo mismo. Al sentir el peso de la chica, se deshizo de su agarre y así Natsuki pudo sentir el frío suelo.
- Necesito hablarte de lentes. - pudo escuchar pequeños pasos acercarse a su lado, sintiendo unos brazos rodearla.
- Maldición, no pensé que te gustaran los posesivos. - había observado de más.
Sintió una gran vergüenza al instante, pero supo ocultarlo detrás de un enfado.
La aparta de ella con un empujón y sigue su camino, como si no tuviera los dientes y colores morados impregnados en su cuello.
- Deberás contarme todo, y por cierto, es imposible que puedas ocultarlo. - dice caminando a su lado. - pero nada es imposible sin maquillaje.
- No puedo. - dice recordando sus palabras.
Observa de reojo a su lado, donde caminaba Natsuki con los brazos detrás con una gran sonrisa adornaba su boca, que seguro ocultaba las mil preguntas que tenía en mente.
Ignora su mirada.
Con la yema de sus dedos recorría su cuello, intentando deducir los lugares que había marcado, ya que al hacer algo de presión sentía un leve dolor en la zona.
- Puedo maquillarte Akiko, sé que no usas.
- Esa no es la razón. - observó a pocos metros la entrada a la vivienda de Natsuki. - El idiota me advirtió que si lo tapaba, lo haría de nuevo frente a la clase.
Con pasos apresurados buscaba con la mirada con desesperación el baño.
Simplemente necesitaba ver la semejanza del asunto.
No era poco -al menos para ella- concurrir al colegio de esa forma, la vergüenza parecía que iba a ser algo difícil de ocultar.
Tomaría las riendas del asunto, probando la venganza y sus gustos maravillosos en su lengua.
El rostro de Tsukishima con total confusion ante diferente situaciones, le sacaba risas, pero todo aquello paró en cuanto sintió un choque con un cuerpo.
- Mierda Akiko, casi me matas del susto. - Hiroko, hermana de Natsuki. Por lo poco que Akiko sabía de ella, podría decir que era el reflejo exacto de su amiga, excepto por algo que ella misma notó. A ella no le faltaban neuronas. - No es nada bueno escuchar una risa en el medio del pasillo a oscuras, sobre todo una malévola.
- ¿Que intentas decir? - pregunta frunciendo ceño.
- N-nada mí linda Akiko. - muestra una sonrisa forzada mientras negaba con movimientos de su cabeza. - Por cierto, ¿Que buscabas?