"Ellos dicen todos los chicos buenos van al cielo, pero los chicos malos traen el cielo hasta ti"
—julia michaels; heaven.
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Mis delgadas y débiles piernas a penas pueden mantener un tanto erguidas sobre los hombros del rubio que se colocaba en medio de ellas aumentando el ritmo de sus estocadas, toma mi cadera con tanta fuerza y hace que cada vez que él toca aquel punto débil con su miembro se sienta cada vez mejor, intento cubrir mi rostro llorón y rojo con mis manos porque mirarle a la cara me da tanta vergüenza pero él toma mis manos con la suya para apartarlas de mi rostro acariciando mi mejilla sin parar sus movimientos de cadera haciendo aquel sonido morboso de nuestras pieles sudadas entre sí, pero quiero tanto esto, deseaba tanto esto que tomó la ventaja de acercarme a él para besarle de una forma tan desesperada que termina mordiendo mi labio inferior con algo de fuerza.
Los brazos de Mikey me ayuda a mantener cerca de él dándome estocadas cada tanto, muchas veces me pregunte si habría alguien afuera destinado a aceptarme, si alguien sería tan tonto como para aceptar a una chica tan rota y tonta como yo pero ahí estaba, en aquella cama con las sabanas revueltas, con mis gemidos llenando a la habitación, con su respiración erizándome la piel y haciéndome sentir tan plena y llena que después de esa noche podía jurar que morir estaba bien para mi, mis manos se aferran a su espalda acariciando cada centímetro de esta, pegando mis pechos al suyo con el movimiento de sus caderas haciéndome pegar pequeños saltos. Mikey sale de mi haciendo dejando correr todo sobre la cama, me toma del cuello haciendo que le bese de nuevo y ahora soy yo quien lo empuja de espaldas hasta el colchón colocando mis piernas a cada lado de sus caderas sentándome sobre el.
—Miko— la forma en la que él tenía que llamarme, sus labios pronunciando aquel apodo del que tanto quería hacerme dueña, su voz ronca y cansada por el sexo y lo tarde que es. Quiero besarlo hasta que el aire de mis pulmones de se acabe, hasta que mis labios se cansen, hasta que acabe dormida a su lado y lo hago, le beso de nuevo haciendo que nuestras lenguas se empujen, haciendo que sus manos recorran mi espalda hasta el final de mi trasero, acariciando mi piel contra la suya con aquellos movimientos de arriba hacia abajo que yo misma hacia, haciendo que su mirada no se aparte de mí ni un solo segundo porque ahora quería ser envidiosa y quedármelo solo para mi.
Que más daba si él no era el primero, que más daba si todo esto era fingido, que más daba todo aquello mientras por esos segundos pudiera llamarlo mío, mientras él pudiera llamarme suya con toda esa arrogancia y seguridad que desprendía cada que entraba a alguna habitación, mis manos toman su erección comenzando a bajar y subir y él sigue tomando mi rostro entre sus manos besándome con tanta fuerza, mi labio ha sido lastimado y sangra un poco pero a él no le importa porque limpia la sangre con su lengua, porque relame mis labios sacándome suspiros.
—Ma-Manjiro— gemí sintiendo el calor recorrerme por completo cuando comenzó a jugar con mis senos teniéndome sentada sobre él. Un poco más e iba a caer cansada sobre su pecho, un poco más y nuevamente terminaría con todo eso.
