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"Quiero de vuelta a quien solía verme fijamente a los ojos, quiero de vuelta a quien solía amarme"
—bts; autumn leaves.
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Deje mi maleta sobre el frío piso cerca de la entrada observando como el adulto se adentraba a lo que para él era su hogar, un departamento espacioso con pocos muebles que mantenía ese toque elegante y ordenado, olía a canela y la luz de la calle a penas y se colocaba por aquella gran ventana que tenía en la sala, se da cuenta de que me he quedado quieta observando todo el lugar así que me anima a entrar de lleno con la mirada haciéndome sentir un poco tonta. Inui Seishu a penas había dicho algo en la cena, la mayor parte del tiempo el solo reía y sonreía cuando alguna cosa divertida era contada y del resto permanecía neutral con todo lo que se había hablado ahí así que verdaderamente no sabía que tanto le afectaba todo esto.
Camine hasta el sofá grande tomando asiento de inmediato quedándome erguida en la espera de alguna indicación del mayor, este lugar era tan nuevo para mí que tenía miedo de hacer algo que me hiciera ver como una tonta o que ofendiera al adulto que amablemente me había ofrecido pasar mi primera noche aquí, el resto de estas serían solitarias y calladas, tan frías que podía jurar qué tal vez acabaría llorando en cada una de ella todo por no poder regresar a aquel viejo edificio que se había llevado consigo miles de mis buenos momentos.
El rubio camina por todo el lugar tomando cosas y dejándolas en otro mientras al mismo tiempo se deshace de aquella ropa que había llevado tardándose un poco para terminar usando lo que parecía ser su ropa de dormir.
— ¿Te ha comido la lengua el gato?— bromea deteniéndose frente a mi de pie haciendo que levante mi vista para mirarlo — Tranquila, siéntete cómoda aquí. Por lo que entendí estás viviendo sola ahora — asentí a pesar de que no era una pregunta — ¿Tienes un lugar donde vivir, verdad?
— Si, parece que Koko se encargó de eso — contesto a lo cual es él quien asiente ahora. Inui parece cansarse de estar de pie así que sin más toma el asiento vacío a mi lado en aquel sofá de tela que era muy cómodo, nuestros hombros chocan entre sí haciendo que yo pegue un respingo.
