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"Así que no te culpo si quieres enterrarme en tu memoria, no soy la chica que quiero ser. Pero quizás, cuando le digas a tus amigos podrías decirles lo que viste en mi y no como resulte ser"
—mitski; goodbye my danish sweetheart.
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Todo era un desastre en la escuela, los pasillos estaban repletos de estudiantes que corrían de un lado a otro sosteniendo latas de pinturas, disfraces y demás cosas que tuvieran que ver con el puesto o actividad que habían escogido para el festival de primavera que sería dentro de dos días, ni si quiera había dado un paso adentro del salón aquella mañana cuando Miya saltó a mi lado rodeando mis hombros con su brazo para atraerme hacia a él y plantarme un beso en la frente sonoramente. Tenía el cabello despeinado, sudaba porque parecía haber corrido antes de llegar a mi lado, su uniforme estaba arrugado y cargaba aquellos audífonos en los oídos que estaban reproduciendo a todo volumen la canción de su playlist, Miya era un verdadero fan de la música y pasaba la mayor parte del tiempo tarareando alguna melodía de una canción de moda o alguna que hubiera encontrado en internet una noche antes.
— Creía que estabas enferma — me dice por fin quitándose los audífonos para poder escucharme — Masaomi pego un grito al cielo diciendo que él tendría que lidiar con lo último de las cosas del casino, ¿estás bien?
Estaba bien, eso creía yo ahora, pero lo único que se me cruzaba por la mente era querer hacerle preguntas sobre Hanagaki Takemichi sin parecer entrometida o sospechosa por el repentino interés, mi amigo y yo caminamos hasta nuestro asientos los cuales sobre el pupitre tenían algunos retazos de tela para los disfraces de la obra y latas de pintura para el cartel del casino que armaríamos igual y con el cual estábamos demasiado atrasados, tiré mi mochila sobre la silla haciendo algo de ruido y Miya se dejó caer en su asiento encogiéndose de hombros antes de mirarme de nuevo un tanto preocupado.
— Solo tenía vomito — le digo haciendo que haga una mueca de asco la cual se borra cuando ambos reímos — Siempre termino haciendo que te preocupes.
—Está bien, eres mi amiga es normal que me preocupe por ti — Miya se levanta de su asiento — Sobre tu cumpleaños...
Lo había olvidado él quería salir a comer conmigo ese día, no odiaba mi cumpleaños simplemente no me gustaba hacer algo porque nunca había hecho algo antes y la única vez no resultó demasiado bien. Solté un suspiro mirándolo casi como una súplica a que no volviera a mencionarlo o traerlo a colación en alguna otra conversación que tuviéramos en estos días, el pelirrojo levanta ambos brazos en señal de paz entiendo lo que quería decirle sin hacerlo así que él se levanta por fin de su asiento parándose frente a mi y tomando mis hombros con sus manos para luego darme un abrazo cálido, uno lento y duradero como los que Honari me había dado todas esas veces, eran esos abrazos que pedias que jamás acabarán y pudieras dormir ahí hasta que todo a tu alrededor estuviera en orden y tranquilo, ahora que ya no tenía a la castaña conmigo solo tenía a Miya como mi único amigo, como la única persona que podía hacerme sentir en casa sin estarlo.
