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Sanzu estaciona el auto en la entrada de la escuela observándome de reojo buscar mi mochila en los asientos traseros un tanto apresurada por lo tarde que era, metí mi cuero entre los asientos para llegar a los traseros tomando mi mochila y obteniendo que las manos del mayor tomara mi falda evitando que esta pudiera alzarse más, una vez tomo mis cosas regresó a sentarme normal verificando que tenga todo antes de salir por fin del auto, le sonrió al adulto y cuando por fin voy a darle un beso en la mejilla para despedirme él gira su rostro en el último momento haciendo que nuestros labios choquen tomando por sorpresa, mire a todas partes deseando que nadie nos hubiera visto porque de otra forma no sabría como explicar aquello a las chicas que constantemente me preguntaban mi relación con ellos.
Había pasado una semana ya desde mi primer día de clases, una semana desde que iniciaba con mi último semestre en la preparatoria y aún tenía que ponerle al día con muchas cosas.
—Iré a casa un poco tarde — le aviso saliendo del auto — Miya y yo queremos comprar algunas cosas.
Sanzu asiente, me anima a irme y por fin me doy la media vuelta encontrándome con la mirada sonriente del guardia quien me desea buenos días y pensar que días atrás me miraba de mala forma y nos regañaba por estacionarnos ahí pero tal parecía que las palabras de Koko lo habían convencido demasiado a cambiar aquella actitud o tal vez era el dinero que había recibido, me apresuro a caminar hasta el edificio de mi salón subiendo las escaleras lo más rápido que podía, mi tobillo seguía malo y después de ir a al doctor este descartó la idea de una fractura pero debía llevarlo vendado siempre y evitar hacer movimientos bruscos con él como correr o saltar así que educación física quedaba descartada por completo hasta nuevo aviso, Miya está en el pasillo afuera de nuestro salón pegado al barandal con la mirada perdida en algún punto a lo lejos, me acerque a él curiosa empujándole un poco y haciéndolo gritar.
—Buenos días a ti también — musito sonriéndole — Avise que llegaré tarde hoy así que podemos perder el tiempo mirando en las tiendas sin miedo.
—Bien hecho princesa, lamentó pedirte ayuda pero realmente solo las chicas sabrían lo que otras chicas querrían como regalo — Me dice sonriéndome — ¿Seguidte buscando en tu casa aquello?
Asentí. Después de hablar con Sanzu y obtener aquella llave mi curiosidad se disparó hasta las nubes al punto que intente con cada cerradura de todos los muebles en busca de la que pudiera ser la correcta, algo debía de haber ahí, algo que me ayudara a saber más. Había hablado con Honari sobre esto, ella no había conseguido información nueva tampoco y yo seguía estancada con la llave así que podíamos decir que estábamos en un punto muerto, desde ese día Mikey no había vuelto a dormir conmigo y cuando nos encontrábamos en los pasillos el solo acariciaba mi cabeza sin decir nada más para luego irse, lo vi irse todas las noches sin saber su destino pero seguía teniendo aquella mirada en sus ojos. Me sentí triste y un poco desolada por el repentino alejamiento del mayor pero comprendí que abrumarlo con preguntas o con mi insistencia no era lo mejor que podía hacer así que solo le estaba dando su espacio hasta que él decidiera venir de nuevo a mi, ahora solía ir a la habitación de Sanzu para dormir con él porque sentía que había hecho algo malo, que había metido la pata en grande pero él me calmaba diciendo que estaba en todo mi derecho y que Mikey pronto me dejaría acercarme a él pero era una tortura esperar.
