TRISTESSE

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Transcurría un día normal en medio del tiempo eterno en el tercer cielo. Lumière decidió hablar con su padre para resolver la situación que estaba enfrentando con todos los comentarios y rumores erróneos por parte de sus hermanos, no podía seguir dejando la situación así y que se hiciera un mayor problema.

Terminando una hermosa melodía que resonaba por toda la extensión del lugar celestial y que armonizaba el trabajo de los demás ángeles, el hermoso ángel cesó la música para dirigirse ante Dios. No fue nada extraño para él Señor aquella situación, ya que al ser muy unidos era normal conversar por ratos de diversos temas del Reino espiritual. Se tenían una gran confianza el uno con el otro.

—Querido padre. —Comentó Lumière llamando la atención del gran ser resplandeciente y mayor ante él.

—¿Qué sucede Lumière? —Respondió casi de inmediato ante el llamado de su amado ángel con esa voz tranquila y pacífica qué tanto lo caracterizaba.

—Hay una situación que me gustaría hablar... —Era un ángel con cualidades maravillosas, tenía demasiada sabiduría e inteligencia, pero aún así siempre buscaba y pensaba las palabras correctas al hablar, y más aún dirigiéndose ante el ser superior frente a él.

Sin embargo, Dios se había enterado de los rumores, estaba al tanto de la situación y sabía lo que le iba a decir su querido ángel, ante ello claro que tenía una solución, a su modo, pero la tenía.

—He estado escuchando varios rumores sobre mi comportamiento, he tratado de pasar un poco desapercibido ante mis hermanos, aún comprobando que han sido intentos en vano porque realmente es imposible debido a mis tareas asignadas, que yo con gusto realizo siempre y lo sabes padre, pero eso ha provocado que piensen que me he vuelto altivo, arrogante, vanidoso y de más, creyendo que ya no quiero estar más con ellos por creerme superior, pero no es así, tú más que nadie sabes que no es así, tú que puedes ver mi corazón, sabes amo mi hogar y a toda esta familia —Dijo esto ya con un sentimiento de tristeza profundo que invadía su corazón—. y me gustaría encontrar una solución a esto juntos para que siga habiendo paz infinita como hasta ahora, me sentiría muy mal si por mi culpa la situación empeorara. —Finalizó diciendo, aún con tristeza, pero un poco más aliviado al haber compartido ese sentir que llevaba un poco de tiempo sobre si.

Dios lo observó durante un pequeño lapso de tiempo, que en tiempo terrenal hubiesen sido prácticamente nanosegundos, contemplando el precioso corazón que su querubín amado tenía, compadeciendose ante la situación que claramente estaba al tanto desde antes de que se lo dijese el bello ángel, aunque por otra parte no entendía como los demás ángeles podían creer eso de Lumière, quien siempre había tenido una relación buena con cada uno de estos, aún así siendo incontables ángeles, por lo cuál está situación hizo enojar un poco al señor. Y claro que era de temer cuando lograban hacerlo enojar, si hoy en día, sus propios hijos mundanos tienen miedo de la furia de Dios, en ese entonces para los ángeles quienes tenían trato directo con este, era más de asustarse.

—Claro que tenemos una solución, mi querido Lumière. Esta situación es algo completamente fuera de las normas qué hay en este paraíso, así que te ofrezco destruir a tus hermanos y crear unos nuevos, serán mucho mejor y no se dará más una situación similar, así seguirá habiendo paz como hasta ahora y podrás seguir realizando tus deberes y la convivencia será tan hermosa como hasta antes de esta situación. —Si bien, Dios era quien tomaba las decisiones finalmente, pero este caso era de ambos, y como Lumière se lo había mencionado, quería que encontrasen una solución juntos, por lo cual necesitaba saber su decisión con dicha propuesta—. ¿Estás de acuerdo con eso?

Los ángeles habían sido creados con completo libre albedrío para tomar las decisiones, tanto en su trabajo asignado como en situaciones que se llegasen a presentar y controlar todo con su sabiduría brindada. Lumière claramente no era la excepción a esto, pues contaba con un gran corazón, pero sobre todo con un gran conocimiento, sabiduría e inteligencia, incluso superior a la del resto de ángeles.

Lumière se quedó contemplando a su padre pensando en la propuesta que le había hecho y pensando en sus hermanos, si bien habían dicho todas esas cosas de él, él sabía perfectamente que no era así y no por eso merecían morir. Los comentarios de sus hermanos lo hacían entristecer, sí, pero no imaginaba el cómo se sentiría si murieran por una decisión que él tomaría, sería mucho peor y no podría vivir con ello toda su eternidad.

—No, no estoy de acuerdo. —Le contestó a su padre con una mezcla de sentimientos que nunca antes había experimentado, pues todo hasta ese punto había marchado bien y era muy feliz en su hogar, pero esa situación le generaba nuevas sensaciones para nada agradables, por lo tanto esa fue su decisión.

Tras haberse negado seguía metido en sus pensamientos, e ideó una mejor solución, al menos, lo que él consideró mejor para su familia celestial. —No estoy de acuerdo padre, lo siento —Reafirmo—. no puedo hacerle eso a mis hermanos, así que la mejor solución será que yo me marche, eso será lo más fácil y resolvería todo, estoy seguro.

Dios trató de convencer a su querubín preferido y amado de no marcharse, pues ¿quién ocuparía su lugar? De toda su perfecta creación espiritual él había sido lo más importante, no podía permitirlo, pero finalmente no tuvo más opción y tuvo que aceptar la decisión de este después de haber hecho de todo para impedirlo, pues al final, de eso de trataba el libre albedrío.

Pray for LumièreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora