CREACIÓN UNIVERSAL Y TERRENAL

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Creación universal

Lumière, frente a su decisión, resolvió en irse, con un corazón destrozado miró –no por última vez– su reino antes de marcharse con una lágrima en su mejilla y una sonrisa ahogada.

El vacío en el corazón de Dios era muy grande, después de todo, su creación más grande e importante, su querubín ungido, se había marchado de su lado. Se sentía vacío como todo padre cuando un hijo deja el hogar.

Entonces comenzó a buscar llenar su corazón de la forma que más le gustaba: creando. No en vano uno de sus títulos es “Creador”. Así que comenzó a formar átomos, protones, electrones, neutrones, materia y, en conjunto, creó un hermoso planeta en medio del basto, frío y oscuro espacio, y al igual que los humanos decoran un árbol de navidad para realzar su belleza, de igual manera decidió crear las estrellas, los astros, cuerpos celestes y otros elementos luminosos para adornar el espacio que le rodeaba, luego, para que no estuviera solo, le creó otros planetas para que le acompañasen, sin embargo ninguno tenía la belleza del primero o sus cualidades, pues el vacío que sentía por Lumière se manifestó en la creación de este planeta, lleno de luz como su querubín, y así mismo, lo llamó como el antes mencionado: Lumière, creándolo con el pensamiento de que algún día sería un hermoso regalo para su amado querubín.

Creación Terrenal

Después de que Dios había creado el hermoso planeta, entró en este y todo estaba desordenado, las aguas estaban en el cielo, la luz y la oscuridad mezcladas (Génesis 1:2). Así que lo ordenó, separó las aguas y a estás las llamó mares y a lo seco tierra, luego separó la luz y la oscuridad llamándolas día y noche, pero aún no era suficiente, todavía no era digno de un presente, así que creó la vida y todo tipo de árboles y plantas que dieran buenos y hermosos frutos.

El planeta ya era muy hermoso, pero todavía no era lo suficiente para el Creador, hacía falta de algo especial. Entonces se reunió Dios con sus demás ángeles de alto rango para pensar que sería ese "algo especial" y finalmente tras un lapso de tiempo indefinido se le escuchó decir: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza (Génesis 1:26) y así creó Dios al hombre a su imagen y semejanza.

Adán, el nombre del primer hombre en la historia de la vida humana, a pesar de vivir en ese hermoso paraíso, no se sentía lleno ni satisfecho, y no podía ser de otra manera, pues así se sentía su creador al momento de hacerlo. Así que el hombre causó empatía inmediata ante los ojos de Dios y decidió darle la compañía perfecta que llenase su espíritu, y haciéndole caer en un sueño profundo le operó para sacar una de sus costillas y crear a partir de esta a su compañía, quien sería llamada Eva. Era algo innovador, pues se trataba de un solo ser que se manifestaba en dos, por ello al unirse en un solo cuerpo sentían una tremenda descarga de placer, de amor, de paz, de satisfacción, seguridad y de lo que Dios llamó: los buenos frutos del espíritu.

Y viendo Dios lo que había hecho, que era bueno y todo estaba bien, se marchó, pero dejó al hombre con un seguro para que no sucediera lo que pasó con Lumière, así que no les dió el libre albedrío, asegurando así que este le seguiría y le amaría por siempre sin importar qué.

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