Capítulo 23

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Ataque inesperado

Habíamos llegado a la pizzería y Bakugo nos había hecho el favor de pedir la caja de pizza por nosotras. Mientras tanto, Eri y yo nos sentamos en una mesa, y comenzamos a platicar.

— Y, ¿como te va en la escuela? —pregunte, sonriendo un poco.

—Eri negó mientras sonreía— Siempre que me ves preguntas lo mismo —rio un poco— me va muy bien, esta temporada va a ser un poco pesada por los exámenes de fin del primer curso, pero lo sé manejar —asentí, mientras acariciaba un poco la mejilla de Eri.

— Que bueno. Y siempre te pregunto por que no te veo mucho, así que aprovecho el poco tiempo que a veces tengo junto a ti —Eri sonreía enternecida por la manera en que acariciaba su mejilla.

Alejé mi mano de su rostro, y justo en ese momento Bakugo llegó a donde nosotras.

— La pizza estará en unos siete minutos —nosotras asentimos.

Se sentó junto a mi, y yo sonreí un poco agradeciendo que él fuera a pedir la comida.

— Sigues tratándome como una niña pequeña —yo mire a Eri al escucharla decir eso— y siempre viéndome con ese brillo en tus ojos —me sonroje un poco— no quiero presionarte, pero serías una muy buena madre —yo apreté mis labios, sintiendo mis mejillas arder por el nerviosismo y la pena.

—Me tape un poco la cara— No digas eso... —mi voz salió en un hilo, ya que sentía la mirada de Bakugo encima de mi.

Escuche una carcajada de Bakugo, y luego la siguió una de Eri.

— Nunca cambiarás, enana —dijo riendo, Bakugo.

— No era para que te avergonzaras, t/n —la dulce voz de Eri me calmo un poco.

Yo me destapé el rostro, y evité mirar a Bakugo a los ojos.

— Por cierto, ¿cómo está Mirio? —preguntó, haciendo que mi rostro se endureciera un poco— es raro que no me hayas buscado con él —observo a Bakugo— no quiero que lo tome a mal, señor —yo froté un poco mis manos por debajo de la mesa.

Me quedé callada, pensando en que decirle.

— Mirio... él está ocupado —intente sonreír— está fuera de la ciudad por una misión —sentí los ojos de Bakugo mirándome disimuladamente— pero, volverá pronto —Eri puso una cara preocupada.

— Espero que no le pase nada malo —ver su rostro entre preocupado y triste me partía el alma.

—Agarre sus manos con las mías— Tranquila, sabes que él es fuerte, fue el que te salvo junto con Deku —hace años Mirio me había contado la historia de cómo había conocido a la hermosa niña que tenía al frente mirándome con tanta pureza— así que no te preocupes —Eri asintió, e intento sonreír.

— Iré a buscar la comida —yo asentí a lo que Bakugo había dicho.

— Quisiera ayudarlo, señor —dijo, Eri, levantándose de la mesa.

— Mocosa, no me llames señor, a penas tengo veinte y cinco años —yo reí, mientras veía la cara apenada de Eri.

— No le digas mocosa, Bakugo —lo regañe, y él bufo muy bajo— pero en parte es cierto, Eri. No lo llames como si fuera un anciano —reí de nuevo sin poder evitarlo.

— Disculpa —hizo una pequeña reverencia— es un poco raro para mi después de tantos años llamarlo por su apellido —yo tenía una sonrisa clavada en mis rostro.

Pero se transformó en completa sorpresa por lo siguiente que hizo Bakugo.

—Él le revolvió un poco el cabello a Eri— Eso ya no importa, vamos a buscar la pizza —Eri asintió con una sonrisa.

Bakugo y tú - Paso a paso ||Segundo libro|| ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora