Capítulo 33

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Pelear batallas en silencio

Mis ojos se fueron abriendo con pesadez, y todavía no era consciente de donde estaba por el gran sueño que tenía. Gruñí bajo, y cuando intenté frotarme los ojos con mis manos, sentí unos brazos rodeando mi cuerpo. Observe esos brazos levemente bronceados, e intenté ver a la persona que estaba atrás de mi. Mi corazón se detuvo al poder apreciar el rostro de Katsuki por completo relajado. No había señal de molestia, estrés, ansiedad, ni tristeza. Lo único que se podía ver en su expresión era la calma que sentía.

Me gire para quedar cara a cara con él, y acaricie su rostro de manera suave y cuidadosa.

Si que estabas cansado.

Katsuki siempre era el primero en despertar, yo toda mi vida he tenido el puesto de dormilona. Los ojos de él se estrujaron, y dejé por un momento las caricias a su rostro. Sus párpados fueron subiendo hacia arriba, mostrando sus orbes carmesís. Sus pestañas eran curvadas hacia arriba, y más largas que las mías. Él estaba sin camisa, ya que me la había dado para que la usara como pijama.

— Buenos días, rubio explosivo... —susurre, volviendo a acariciar su rostro.

—Me agarró por la cintura, y me acercó un poco más a él— Buenos días, enana —beso mi frente, y yo sonreí.

— Te ves muy lindo durmiendo —comente, y Bakugo desvío su mirada, avergonzado.

Él no dijo nada, solo volvió a poner sus ojos en mi, y poco a poco se fue acercando a mis labios, al final besándome. Yo seguí el beso, chupando un poco el labio inferior de Katsuki, haciéndolo gruñir en consecuencia. El beso era lento, en donde disfrutábamos del sabor ajeno, y que había sido tan lejano durante todos estos años. Katsuki sin permiso adentró su lengua en mi cavidad, provocando que yo jadeara, pero no lo detuve. Cuando nos separamos, observe sus labios, estaban hinchados y rojizos.

Me encanta.

Vi una marca en su cuello, luego otra cerca de esa, después otra más abajo, y así seguían las marcas por su cuerpo. Tengo que admitir que ver eso, y saber que las hice yo me hacía sentir orgullosa. Aunque, si Katsuki estaba así, no me quiero imaginar como estaba yo.

Dos posesivos adueñándose de lo que es suyo.

No soy celosa, o por lo menos intento no serlo, pero debo admitir que en la intimidad me encanta que me demuestren de alguna manera que le pertenezco a esa persona.

Y Katsuki lo hace a la perfección.

Pero, de igual manera, a mi también me gusta demostrarle a la otra persona que me pertenece. Lo sé, tal vez para algunas personas suene extraño, pero para mi suena muy excitante.

— Amo las marcas que tiene tu cuerpo —la voz de Katsuki me hizo salir de mi pequeño trance— claro, me encantan por que las hice yo —beso mi cuello, y pasó de manera leve su lengua, haciéndome temblar.

— Katsuki... —dejé escapar como un suspiro lleno de placer.

Beso mis labios de nuevo, quitándome el aliento.

Me enloqueces.

Un estómago rugiendo nos hizo separarnos y reír.

— El hambre llama —dije, divertida.

— Creo que es lo que sucede después de tener una noche tan movida y llena de acción —yo sonreí con mis mejillas un poco calientes.

— Mejor vamos a pedir algo de comer —cambie el tema, mientras me quitaba las sábanas de encima.

Bakugo y tú - Paso a paso ||Segundo libro|| ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora