Capítulo 64

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Es momento de que tú lo hagas también

Ocho meses de embarazo

Me encontraba con Hawks, él me invitó a su casa para poder pasar el rato juntos. Él desde que se enteró de mi embarazo había sido muy atento conmigo, a veces dudaba de quién era mi pareja, si Katsuki o él.

Obviamente mi hermoso rubio explosivo.

— ¿Quieres otro chocolate? —preguntó, al ver que me había acabado una barra que él me dio hace rato.

Negué, sonriendo.

— No, gracias —me acerqué a él y lo abracé— me consientes demasiado —reí.

Una de sus manos cayó en mi vientre abultado, que estaba al descubierto porque me había puesto una camisa normal y cuando hacía ciertos movimientos se subía por encima de mi ombligo.

— Es imposible no hacerlo, sabes que eres como mi hermana menor —beso mi cabeza— me preocupo mucho por ti, quiero que todo salga bien —sonrió con cariño.

— No me lo tienes que decir, lloraste como un bebé cuando te dije que estaba embarazada —me burlé.

— ¡Ey! Todos han llorado —discutió.

— Sí, pero no tanto como tú —contradije— ni siquiera yo y eso que estoy hormonal —vi que hizo un pequeño puchero.

Esos gestos eran muy inmaduros para la edad que él tenía, pero me daba gracia.

Algunas cosas nunca cambiarían.

Y no me molestaba. Me gustaba que de cierta manera, seguíamos teniendo nuestra esencia, que eso no había cambiado a pesar de todos los años que habían pasado. Su mano acarició mi vientre y la ternura se hacía notar en su rostro.

— Te quiero mucho, pequeña... —soltó.

Yo lo mire callada por no esperarme eso.

Pequeña...

Ese apodo que me ha acompañado durante todo estos años, hace mucho no lo escuchaba.

— Te quiero, pollo —puse mi rostro sobre su pecho.

— Ángela tendrá muchos tíos —rio— estará llena de hombres competitivos y sobre protectores —añadió.

Me carcajeé y asentí.

— Pero definitivamente su padre será el más sobre protector de todos —asegure.

— Bakugo será un celoso —negó, dramático.

— Él no es ningún celoso —discutí— pero es obvio que va a querer proteger a su hija de todo. No digo que eso está bien, pero es normal... —me moví para poder beber del vaso con agua que había en la pequeña mesa del centro de la sala.

Solté un quejido por el dolor de espalda. Ya no puedo más.

Ángela, te quiero, pero necesito que ya salgas de mi cuerpo.

Los pies me dolían cuando caminaba mucho y ya no sabía ni en qué posición dormir en la cama; ninguna me parecía cómoda. Katsuki me daba masajes y me daba mucho amor para que siempre yo estuviese relajada, pero ahora no estaba con él, estaba con Keigo Takami, que a pesar de ser muy cariñoso, es un poco torpe.

— Keigo —lo llame.

— Dime —se acercó a mí, preparado para cualquier cosa que yo pidiera.

— ¿Me puedes hacer un masaje? No tiene que ser muy elaborado, solo quiero intentar relajarme, la espalda baja me duele mucho —suspire con pesadez.

Bakugo y tú - Paso a paso ||Segundo libro|| ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora