Capítulo 31

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Ese brillo que yo apague

Estaba con un café en mano, bebiéndolo con tranquilidad. Así quería estar hoy, necesitaba acumular energía para cuando viera a Mirio. Papá apareció en la cocina, y me dio una corta mirada.

— Hay café hecho —informe— no es mejor que el tuyo, pero hice el intento —reí un poco, mientras tomaba un poco más de mi café.

Él asintió, y se sirvió un poco del café. Le echo muy poca azúcar, y lo mezclo un poco con una pequeña cuchara. Probó el café, y se quedó callado, poniéndome un poco en tensión pensando que no le había gustado para nada el café.

— No esta mal —por fin hablo, y me permití respirar con normalidad.

Él siguió tomando el café, y yo hice lo mismo con el mío hasta beber la última gota. Me levante de la silla en donde estaba sentada, y fui al fregadero a lavar la taza que había utilizado. Fui a mi habitación y me cambie de ropa, quería algo cómodo pero lindo a la vez. Yo había dejado un poco de ropa en casa de papá antes de irme a vivir con Mirio, y era por la sencilla razón de que tenía demasiada y no cabía en el closet de Mirio.

Tomé una camisa holgada de un color que no sabría muy bien como llamar, junto a una falda con rayas de casi el mismo color de la camisa. Agarre dos collares, uno más largo que el otro y me los puse. Habían unas botas negras, con tacón bajo, y me las coloque. Me desenrede un poco el cabello, y lo dejé suelto.

Salí de la habitación, y agarre mi pequeño bulto el cual me ha acompañado por todos estos años

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Salí de la habitación, y agarre mi pequeño bulto el cual me ha acompañado por todos estos años. Tomé mi celular, y me dirigí a donde papá.

— Ya me voy —avise, captando su atención.

Se acercó un poco a mi, y me dio un beso en la frente.

— ¿Quieres que te lleve? —negué con la cabeza.

— Estaré bien, tranquilo —papá asintió.

Me despedí por última vez con la mano, saliendo de la casa. Yo había pedido un taxi por una aplicación que tenía en mi teléfono, y recién acababa de llegar. Me subí al auto, y le dije la dirección al taxista del lugar adonde quería ir. Siempre que estaba en un auto y veía por la ventana el cielo, miles de pensamientos pasaban por mi mente.

Bakugo y yo no habíamos hablado ni siquiera por mensajes después de que se fue de la casa de papá ayer. Yo no quería presionarlo, sabía qué tal vez la conversación que Tokage y él habrán tenido no habrá sido la mejor de todas, así que solo le estoy dando su espacio. Mentiría si dijera que ha sido fácil no hablarle, por que las ganas me están matando por dentro. Bakugo ha estado en mi mente durante casi todo el tiempo, y más después de ese beso que nos dimos.

Bakugo y tú - Paso a paso ||Segundo libro|| ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora