Bakugo y tú - Paso a paso ||Segundo libro|| ✔️

Capítulo 26

Solo falta que despiertes

Pov Bakugo

Las horas me estaban matando, ya Hyu había donado parte de su sangre, pero no habían dicho nada sobre t/n.

"— ¡Necesito que vayan a la habitación 234! —escuchamos un grito de una enfermera— ¡la paciente está sufriendo un paro! —"

"— Oh por Dios, esa habitación es la de la heroína Destiny —"

Cuando escuche eso, el pecho me empezó a doler como si alguien estuviera estrujándolo con mucha fuerza. El aire se escapó de mis pulmones, y sentí pánico. La sala de espera estaba más vacía que por la tarde, pero aún quedaban algunas personas que estaban en nuestra misma posición.

Esperando noticias de sus seres queridos.

Algunos de nuestro círculo de amigos y compañeros se habían ido, se estaba haciendo muy tarde y el cansancio les ganó al final. La mano de Setsuna me acariciaba un poco uno de mis hombros. Ya había botado lágrimas, ahora lo único que quedaba era esperar. Todos los que quedábamos estábamos exhaustos, más que nada emocionalmente. Mi mirada viajo a Togata, él estaba sentado justo al lado de Aizawa. Los dos estaban callados, como si estuvieran absortos de todo. Dejé de observarlos, y froté un poco mis ojos.

Todo esto es una mierda.

Era tan aplastante todo lo que estaba sintiendo. El oxígeno no me llegaba bien a los pulmones, y se veía mi pecho bajar de forma pesada y cansada. Me levante de la silla, llamando la atención de Setsuna.

— ¿Adonde vas? —preguntó, tomando una de mis manos, aún sentada en la silla.

— Ire a fumar... —respondí, bajo.

Comencé a caminar, con las manos metidas en el bolsillo de mi traje de héroe. Cuando salí del hospital, pude ver a algunos fanáticos de t/n aún con sus carteles en mano. Eso hizo que algo en mi se encogiera, así que respire hondo para poder controlarme y no derramar una lágrima más.

Ella saldrá de esta.

Me decía a mi mismo, aferrándome a esas palabras como si fuera lo último que haría en toda mi vida. Me fui a una de las esquinas del exterior de ese gran lugar, y saqué un cigarro de uno de mis bolsillos. Lo encendí con una pequeña chispa de una explosión muy débil que provoqué con la palma de mi mano derecha. Inhale del pequeño objeto que tenía entre mis dedos, y cuando solté el humo, la imagen de la explosión que aquel bastardo creó para atacar a t/n apareció en mi mente como si fuera un rayo resplandeciente que cae frente a ti.

Con cada calada que le daba al cigarro, era otro recuerdo que llegaba a mi. Su rostro, sus ojos, su sonrisa, su forma de reír, sus cejas fruncidas cuando se enoja. Todo eso viajaba por mi cabeza, y sentía que no era suficiente para descubrir todo lo que me recuerda a t/n.

Sus labios.

Su forma de ser.

Su voz.

Cariñosa.

Leal.

Directa.

Amable.

Con carácter.

Su cuerpo.