Capítulo 50

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Jamás lo haré

Pov Katsuki

Las voces de fondo me iban despertando con lentitud. Mientras más los minutos pasaban, más se aclaraban los sonidos. Mis párpados se levantaron con pesar, y cuando al final logré ver algo, mis ojos se quedaron entrecerrados por el esfuerzo de mantenerlos abiertos. Pude ver a Setsuna en la habitación, y ella hablaba con otras personas. Me moví, y solté un quejido por la molestia en mi parte baja.

Mierda.

Las personas que estaban en la habitación pusieron sus ojos en mí.

— Katsuki —Setsuna habló, acercándose a mí.

— ¿Como te encuentras Bakugo? —preguntó, y al oírlo abrí como pude más mis ojos.

— Aizawa... —él se levantó de la silla en donde estaba sentado.

— Llamaré al doctor —aviso, Sero.

— ¿Como está t/n...? —pregunte, mirando a mi antiguo sensei.

— Ella... aún no ha despertado, la fui a ver hace un rato —me acomode, hasta quedar sentado en la camilla.

Apreté mis ojos, y mi quijada por el dolor que sentí al sentarme.

—Setsuna hizo el ademán de acercarse más a mí, pero se detuvo— No te muevas mucho, curaron tus heridas internas y las visibles, pero el dolor en esa área seguirá por unas semanas —explicó, haciendo una mueca preocupada en su rostro.

— Estoy bien —dije, con dificultad.

El doctor llegó con Sero, y comenzó a preguntarme cosas como cuánto dolor sentía del uno al diez, y otras cosas más. Siguió hablando explicando algunas cosas, pero yo no le prestaba atención.

— Y, bueno, gracias al joven Shimano pudimos curar sus heridas más graves debido a la explosión —coloqué mis ojos en él.

— El mocoso... —susurre.

Todos compartieron miradas, pero no dijeron nada. Unos toques a la puerta de la habitación llamo nuestra atención, encontrándonos con una enfermera.

—Su rostro tenía una expresión de angustia— La heroína Destiny... ya no esta —mis ojos cayeron en Aizawa con rapidez.

— ¿Como que ya no está? —preguntó, Aizawa, serio.

— No lo sé, ella aún no había despertado y cuando fui de nuevo a verla ya no estaba —quite la sábana de encima de mi cuerpo, y me empecé a levantar de la cama.

— Señor, necesita descansar —el doctor intento detenerme, pero solo bastó una mirada mía para que me dejara en paz.

Quite el aparato que estaba en mi dedo que permitía ver los latidos de mi corazón, y después quité el suero que estaba en el dorso de mi mano.

— Bakugo, ¿adonde vas? —Aizawa intervino, y antes de que yo saliera de la habitación me detuvo.

— A buscarla —respondí, dispuesto a seguir mi camino.

— Ni siquiera sabes en donde pueda estar —lo mire, y mordí mi labio inferior sintiendo como la ansiedad crecía dentro de mí.

El sonido de un celular sonando resonó en la habitación, y Aizawa sacó su teléfono de uno de los bolsillos de su pantalón.

— ¿Que sucede, Eri? —todos prestábamos atención a su llamada.

No sé qué fue lo que le dijo la niña a Aizawa, pero lo que ella le dijo provocó que él pusiera sus ojos en mí.

Bakugo y tú - Paso a paso ||Segundo libro|| ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora