Capitulo 11

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Bajo la espesa niebla que rodeaba a la torre de astronomía algo muy inusual ocurría, el hombre que había caído desde esa alta torre chocando su cuerpo contra el duro suelo se había levantado sin ninguna herida en su cuerpo.

El hombre sonrió grandemente al ver a Arthur y Molly Wesley saliendo de entre los arbustos del bosque llevando consigo a un señor amarrado con sogas mágicas alrededor de su cuerpo, manchas de sangre resaltan en su piel mientras esté jadeaba pidiendo clemencia a los dos seres que le habían secuestrado después de haber asesinado a su esposa e hija sin piedad alguna.

La mujer pelirroja sonrió tan perversamente como nunca le habían visto sonreír y un rayo de color verde salió de su varita impactando en el pecho del desconocido mago, Dumbledore recibió un frasco que el patriarca de los Wesley le entrego y con una brillante sonrisa y sus ojos azules chispeando en alegría acerco el frasco a los labios del difunto hombre mientras Molly le apuntaba con su varita haciendo que una túnica idéntica a la del viejo mago vistiera al cadáver en el piso, el líquido guardado en el frasco cayó en la boca del difunto haciendo que una larga barba de color blanco apareciera bajo su mentón y sus ojos de lo que parecía ser color marrón se convirtieran en un brillante azul eléctrico sin la chispa de vida resaltando en ellos, su cuerpo se había alargado y lo que parecía ser pelo blanco y largo creció en su cabeza, un momento después el hombre se había convertido en un difunto Albus Dumbledore.

- Muy bien mis queridos Wesley, el plan ha salido correctamente. Prometo que su enorme recompensa estará en la bóveda de su familia justo al atardecer del día de mañana. - Habló el verdadero Dumbledore sonriendo ampliamente a los dos pelirrojos.

- Cualquier cosa por ayudarlo a usted Director, esa maldita rata pagará por haber contaminado el mundo con su existencia y si para cumplir con eso tengo que mancharme las manos con sangre inocente pues con todo el gusto del mundo lo haré por usted Albus. - Respondió Molly dejando un beso en las manos del sonriente anciano mientras su esposo le abrazaba contento dejando un beso en la mejilla de la mujer.

- Ahora el siguiente paso será convencer a Harry de ir a buscar a los Horrocruxes, necesito que esté lo más lejos posible de Hogwarts.

- ¿Por qué director? ¿Qué hará en la ausencia del mocoso? - Preguntó el pelirrojo.

- Yo conozco mis razones, ustedes se encargan de convencerlo, si es necesario usar un hechizo para obligar tómense toda la libertad de hacerlo.

- Entendido Dumbledore. - Respondieron los dos pelirrojos desapareciendo del lugar, momentos después el viejo se encaminó en dirección al bosque prohibido sin darse cuenta de los bajos susurros que hablaban a unos metros de distancia.

- ¿Listo Fred?

- Listo George. - Ambos sonrieron traviesamente al sentir corrientes de magia oscura recorrer su cuerpo por completo, era hora de estrenar ese nuevo hechizo de espionaje que habían creado para ayudar a su Lord.

Los gemelos se habían vuelto invisibles ante cualquiera, el sonido de las ramas crujir bajo sus pasos no se escuchaba y las vibraciones de la esencia de su magia mezclada con la magia oscura de la marca de su Lord no se sentía.

- Que desgracia ¿No? Tenía tantas ganas de ver su cerebro fuera de su cabeza y su cuerpo desangrándose. - Lamentó en un susurró haciendo brincar a los gemelos del susto, ambos se voltearon rápidamente dispuestos a atacar al desconocido pero suspiraron aliviados al ver como un Neville miraba con total decepción al viejo que caminaba sano y salvo a una distancia de ellos.

- ¡Neville! Tremendo susto nos diste amigo, por poco y te lanzo un avada. - Exclamó Fred mientras su hermano asentía completamente de acuerdo.

- Ya cambia esa cara Nev, el lord prometió que tarde o temprano nuestro queridísimo director...- Empezó George conjurando el mismo hechizo de espionaje en el decepcionado pelinegro.

Mentiras entre rosas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora