Mal, se sentía realmente mal. Pésimo sería la palabra ideal.
Sentía como su sangre hacía un camino por toda su espalda y a la vez punzadas de dolor atravesaban en toda su columna vertebral, el viento helado que entraba por la diminuta ventana lo hacía estremecer mientras se abrazaba a sí mismo percatandose de que la temperatura de su piel era muy alta, estaba hirviendo en fiebre.
- Muy bien Malfoy, te tenemos bien entrenado, veo que ya aprendiste a comportarse educadamente ¿No es así? - Habló uno de los soldados sujetándole fuertemente por la mandíbula y sonriéndole mientras miraba a ese rostro pálido lleno de sangre y moretones. - Espero que te sigas comportando tan bien como hasta ahora ya que tienes una visita importante bonito, pórtate bien si no ya sabes lo que pasará. - Sentenció el hombre dejando una lamida en la mejilla del rubio quien asqueado expulsó una mezcla de sangre con residuos de la poca comida que había ingerido haciendo que ésta aterrizará por todo el rostro del soldado.
- ¡Que puto asco! Maldito hijo de perra me las vas a pagar...- El hombre levantó su puño totalmente dispuesto a borrar esa sonrisa petulante en el rostro del rubio, pero la voz del que recibía órdenes lo detuvo desgraciadamente.
- Soldado, no creo que esa sea la forma de tratar a nuestro especial huésped. - La voz de Albus Dumbledore se hizo presente en la celda estremeciendo al joven auror. - Por favor retírese y recapacite, si me llego a enterar que usted ha maltratado nuevamente al señor Malfoy pagará las consecuencias de sus actos.
Quedaron solos en la habitación, el rubio se levantó con ayuda de las pocas fuerzas que le quedaban y caminó con paso tambaleante al cutre que tenía como cama, allí se acostó viendo como había dejado todo un camino lleno de gotas de sangre y una sustancia verde que empezaba a salir de la herida infectada de su pierna. Maldita sea era un puto asco.
Cerró los ojos ignorando la presencia del director en la puerta de la celda, el sueño lo estaba consumiendo haciéndole difícil abrir los ojos nuevamente y enfrentar a ese feo ser, o tal vez era que estaba muriendo en ese preciso momento y se estaba dejando caer en ese abismo tranquilo y oscuro que tanto anhelaba .
Todo estaba en silencio, silencio total.
Parecía que estuviese dentro de una burbuja protectora dónde no podría escuchar absolutamente nada, por un momento se permitió sonreír de verdad, estaba feliz y a la vez aliviado, en esa burbuja no escuchaba los lamentos de los demás presos, no escuchaba los llantos desgarradores que sonaban desde el oscuro pasillo tras la reja, no llegaba a oír las enormes carcajadas de los guardias al burlarse mientras tiraban la comida al piso y los prisioneros tenían que lamerla de este mientras era pisoteada por los guardias, no lograba oír los gritos desgarradores de los que eran víctimas de los despiadados dementores, no escuchaba nada y eso le hizo feliz, solo por un breve momento ya que después ese pacífico silencio desapareció al escuchar un carraspeo del anciano que le miraba fijamente desde la reja mientras bajaba la varita mostrando que ese maravilloso momento había sido por el.
- Se dice que el silencio es el lenguaje de las almas pero aquí solo se escuchan llantos y lamentos, claramente se escucha la tristeza y arrepentimiento en todos los rincones de este lugar ¿El silencio será el lenguaje de la almas puras o impuras?
- Me temo que el de las almas impuras ya que estás aquí interrumpiendo este breve momento de descanso que me has obsequiado.
- Graciosa respuesta señor Malfoy. - Rio el hombre sentándose en una silla que había conjurado.
- El ser gracioso es una de mis múltiples virtudes director.
- Y he de suponer que muchas de esas virtudes lograron embrujar al elegido ¿No es así?
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Mentiras entre rosas negras
AcakHarry Potter y Draco Malfoy se enfrentaban al destino. El amor que compartían era su mayor fortaleza y su mayor debilidad. Se habían dejado envolver por peligrosas enredaderas de magia oscura que oprimian sus corazones que seguían anhelando el pode...