Capitulo 30

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Se encontraba medio despierto gracias a los pasos que escuchaba moverse por toda la habitación pero al removerse entre la sabanas no sintió a ese cuerpo cálido al que tanto le encantaba abrazar cuando dormía y ese fue motivo suficiente para salir por completo de su estado somnoliento haciéndole abrir un ojo observando a la figura masculina que se hallaba fuera de la cama.

- ¿Qué haces despierto tan temprano? Vuelve a la cama, amor.

- Eso quisiera Draco pero debo ir a hablar con el ministro de magia. - Respondió el moreno terminado de colocarse una elegante túnica de color verde oscuro que contrastaba hermosamente con sus ojos.

- ¿Qué es tan importante como para dejarme abandonado en esta enorme cama sin mi cálida almohada humana? - Se quejó formando un tierno puchero que hizo reír al azabache que le miraba atentamente por el espejo que reflejaba la figura de un hermoso rubio acostado en su cama mientras las sábanas cubría hasta su vientre dejando ver la piel perlada de su pecho a la que tanto le encantaba besar.

- Me informaron que Albus Dumbledore anda rondando por el ministerio teniendo reuniones muy privadas con mi estimado aliado, nadie es testigo de lo que hablan y muchos hechizos protectores los resguardan cuando tienen estas conversaciones ¿No te da curiosidad?

- Rufus Scrimegou ¿Crees que él sea tan valiente como para traicionarnos?

- Realmente no lo se Dragón. Quizás no fue su intención, recuerda que en algún momento todos hemos caído antes las mentiras de Dumbledore, lo que quiere decir que Rufus no es inmune a sus palabras y promesas encantadoras...

- O también puede ser que el señor ministro disfrute de abastecerse de las recompensas que le damos por servirnos, pero tal vez piense que no es suficiente así que le pareció más beneficioso obtener lo mismo de nuestro enemigo mientras traiciona a los dos bandos. - Reflexiono el joven de los Malfoy mientras se estira haciendo que la sábana se corriera hasta descubrir el inicio de su pelvis causando que la vista del azabache se dirigiera de manera automática hasta esa zona haciéndole lamer sus labios sin apartar la vista del chico en la cama.

- ¿Qué crees que merece el señor Scrimegou si esto que acabo de decir resulta ser cierto? ¿Muerte o tortura?- Preguntó el rubio sonriendo grandemente al sentir unos labios besar los suyos bloqueando cualquier pensamiento lógico que tenía en ese momento, una mano tocó su abdomen desnudo para después empezar a subir de manera lenta por todo su pecho hasta detenerse al rededor de su cuello mientras soltaba un leve jadeo al sentir la lengua de su amante recorrer cada centímetro de su boca para después terminar con una mordida en sus labios que le hizo abrir los ojos encontrándose con dos pupilas dilatadas y bicolores que le miraban como si fuera lo más perfecto del mundo.

- Por algo eres mi alma gemela Dragón. - Susurró el Lord pasando a besar el cuello blanco de su pareja dejando esas marcas moradas que contrastaba hermosamente con la piel blanquecina de su pareja, según la opinión del creador de estás.

- ¿Qué tal si somos buenas personas hoy y dejamos que el ministro viva tranquilo por unas horas? - Susurró el Slytherin dejando una mordida en el mentón de su pareja mientras que con sus manos lo abrazaba por el cuello tratando de atraer más a su cuerpo buscando esa calidez que tanto amaba cuando se unía al típico frío de su piel. Un jadeo por parte del moreno fue su afirmación para empezar a besarlo con más ferocidad logrando atraerlo más a su cuerpo y haciendo que este cayera sobre el suyo para que en un rápido movimiento el moreno quedará de espalda contra el colchón de la cama mientras un sonriente y desnudo rubio quedaba sentado sobre su regazo.

Un Vaivén lento empezó a acelerar sus respiraciones, los movimiento del oji plata eran una danza sensual que hacía despertar mucho más al miembro del moreno que se encontraba embelesado viendo la espectacular imagen del rubio sobre su cuerpo mientras marcas moradas y rojas manchaba toda la piel de su cuello, pecho y abdomen. Sus manos acariciaron con suavidad los muslos carnosos del rubio y poco a poco fueron subiendo hasta llegar a su cadera apretando levemente a los lados de estás y logrando hacer que los movimientos fueran muchos más rápidos y más cercanos contra la tela que cubría su ya despierto miembro.

Mentiras entre rosas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora