Capitulo 48

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Justo en ese momento podría afirmar que su corazón estaba latiendo a mil por minuto, sentía como su cuerpo se erizaba por completo al percibir el viento chocar contra su piel, lograba escuchar el sonido de las olas chocar a lo lejos y hasta podría decir que escuchaba el latir acelerado de su corazón.

Sus manos empezaron a sentirse resbaladizas mientras trataba de moverlas sin ningún logro. Estaba estático, no podía lograr que su cerebro conectara con las terminaciones nerviosas de su cuerpo y les ordenara moverse.

Sus ojos miraban fijamente a esa persona, todo a su alrededor era borroso menos la silueta humana que se miraba tan nítida frente a él.

Sintió un leve mareo invadir su cabeza haciendo que sus manos sujetaran con fuerza la barandilla de la escalera a su lado.

Escuchaba a algunas voces llamarlo a los lejos, podía reconocer a la de su hermana, la cual gritaba con emoción y alegría entonando su voz, pero le era imposible reconocer que era lo que decía.

Escuchaba todo pero a la vez no, un intenso pitido aturdía su oído izquierdo causando que un pequeño dolor de cabeza empezará a surgir, su vista se ponía cada vez más y más borrosa, mientras sus piernas perdían la fuerza suficiente para sostenerlo de pie.

El sonido de sus rodillas chocando contra el frío suelo llegó a sus oídos junto a una exclamación de asombro por parte de las otras dos personas en la habitación.

Su corazón se aceleró más al percibir por su vista periférica como unos pasos se acercaban con rapidez, el oxígeno empezó a faltar en sus pulmones haciendo que su garganta ardiera y en un intento desesperado rasguñaba su garganta con sus uñas tratando de adquirir eso que tanto le faltaba.

Las voces y los diferentes sonidos retumbaban más fuerte en su cabeza haciéndole jadear de dolor, una pálida mano tocó su hombro hasta llegar a sus mejillas, era manos tan blancas como la nieve y tan cálidas como la arena expuesta al sol. Esas manos levantaron su cabeza haciendo que verde y gris se encontrarán, el oxígeno cada vez se agotaba más en su cuerpo y todo en su vista era borroso menos esos grises ojos que le miraban con lágrimas empañaron sus cuencas.

¿Dónde los había visto? ¿Y porque eran tan bonitos?

Fue lo último que llegó a su mente antes de que la oscuridad cubriera por completo su vista y los diversos sonidos a su alrededor se silenciaran dejando de aturdir. Soltó una gran exhalación al sentir como unos cálidos brazos lo rodeaban con fuerza otorgándole esa protección que no sabía que necesitaba antes de caer en la desconocida inconsciencia.

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– ¿Has sentido eso? – El viejo mago que dormitaba sobre una cómoda cama abrió sus ojos sobresaltado .

– ¿Qué cosa señor?

– Algo ha cambiado ¿No lo sientes? – El viejo mago ejerciendo algo de fuerza logró levantarse de la cama y caminando débilmente se dirigió hacia el balcón de la habitación siendo seguido por el castaño.

– Está todo igual señor ¿Se siente bien? ¿Quiere algo de la poción? Falta poco para terminarla.

– No Regulus, te equivocas. – El viejo fijó sus ojos azules en los grises del hombre mientras levantaba su mano y señalaba hacia la estrellada noche de afuera. – Algo ha despertado, lo siento. Esta tranquila y hermosa noche es la premonición de algo grande ¿No lo sientes? La magia... Está tranquila pero a la vez ¿inquieta? ¿Ansiosa? Es raro de describir.

– Creo que necesita descansar señor. Vamos, lo ayudó a recostarse.

– Será pronto Reg, reúne a los demás y diles que se preparen, algo grande está por venir y debemos estar listos.

Mentiras entre rosas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora