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Sorpresa

Cloe

No supe el momento en el que se me ocurrió eso. Irme, despegarme dos meses de Nueva York.

Este último mes había hecho de todo, aunque me quedaba con las dos cosas más importantes, que sabia conducir, y que estaba embarazada.

Me lo repetí mil veces todos los días. Harriet lo sabía, pero Sean no tenía ni idea, y por supuesto, los chicos tampoco.

Antes de irme tendría una cita con el médico, la última ecografía, fue bastante borrosa, y no se pudo ver a mi hijo.

Harriet me acompañaría, y ella misma había empezado a comprar jerséis verdes, convencida de que era un niño.

Ya sabíamos el sexo de su bebé una niña, ella tenía razón, así que ahora no dudaba de que el mío fuese un niño, porque lo había dicho ella.

Durante la siguiente semana, Harriet me ayudo a preparar mis maletas, quería irme cuanto antes, mi hermano no había puesto problemas, y por supuesto, él no sabía de mi estado ahora mismo.

Sonreí al ver a Ryle tocando mi barriga, ella si lo sabía y estaba de lo más emocionada, quería que su hermanito jugara con ella y varias veces la habíamos comentado que un bebé no puede jugar a las carreras o al escondite.

—Mami ¿Por qué yo no puedo ir?

—Porque tus papas sospecharían.

Cuando hablamos también pedí que me quitaran al guardaespaldas, y ellos aceptaron, pero Ryle seguía teniendo y no iba a permitir que se enterasen todavía o no me dejarían irme.

Dejamos a Ryle en casa y me monté en el coche para empezar a conducir.

Harriet iba comentando algunas cosas, sobre por donde debía ir. Hasta que llegamos a una clínica privada.

Mi padre había accedido a pagarnos a las dos las visitas y me alegré al saber que veía a Harriet como una hija, porque ella había sido la persona que me había consolado y mimado, y cuidado cuando me encontraba mal.

Me senté en la camilla y dejé que la médica me pusiera ese frío gel.

—Vaya, pues esto si es una sorpresa.

La miré esperando una respuesta.

—Está embarazada, pero de gemelos.

Miré asustada a Harriet, que ella estaba con los ojos abiertos.

—Joder —me quejé.

—No hay de que preocuparse, tus bebes están estupendamente.

La sonreí intentado tranquilizarme. Me levanté y vi a la enfermera darme la ecografía donde se veían a mis bebes.

Sonreí al imaginármelos corriendo por la casa.

—Cloe —Harriet interrumpió mi precioso pensamiento —ya puedes ir buscando dos nombres.

Oí la risa de la enfermera.

Si desde luego, ya tenía tarea de mi último fin de semana antes de irme al pueblo de mi hermano.

Volvimos a la casa y nos tumbamos cada una en un sofá, mientras mirábamos varías revistas que habíamos comprado con nombres para niños.

Como Harriet estaba empeñada en que eran dos varones, en cuanto llegamos a casa arrancó las páginas con nombres para una chica.

—Grayson te gustaba ¿no? —asentí —¿Qué te parece Gilson?

Grayson y Gilson.

Me gustaba, uno de esos nombres lo había elegido mi mejor amiga, y eso ya lo hacía especial, el otro era el que había hablado con los chicos, que nos gustaba a todos.

Mientras cenábamos decidí decírselo a Sean.

—Sean.

Él me miró terminando de meterse el tenedor en la boca.

—Estoy embarazada.

Soltó el tenedor y me miró antes de mirar a su novia.

—¿No es una broma?

Negamos ambas. Él se levantó y me abrazó, pero paró y me miró serio.

—¿Los saben?

—Lo sabrán, cuando vuelva en agosto.

Él asintió y se volvió a sentar. Durante la cena le comentamos el nombre de los niños, que él por llevar la contraria dijo que serían dos niñas.

Al día siguiente cogí el coche, iría en coche, porque quería ir parando en distintos sitios.

Me despedí de Harriet y Sean antes de empezar a conducir.

Paré en varios sitios, en busca de comida o el baño, y cuando llegué, no solo me encontré con mi hermano y con Leila. Derek se iba a quedar este mes con ellos porque quería descansar de su trabajo.

—Cloe —Leila me abrazó y cuando se separó miro mi barriga, asentí y la pedí que guardara silencio.

—Hola hermanito.

Le saludé y miré a Derek unos segundos.

—¿Qué tal tu vida de casado?

Mi hermano pasó de mí pregunta y subió la maleta al cuarto donde me quedaría. Derek seguía estando en un hotel.

—Hola —le miré y me senté enfrente de él.

Había llegado a la hora de cenar y aunque no me esperaban, tenían comida para mí.

Cuando estuvimos los cuatro sentados, decidí que buscaría un trabajo en el pueblo, no quería quedarme sentada dos meses, viendo como mi barriga cogía peso.

—Jack, no te enfades, pero vas a ser tío.

Vi cómo me miró y luego miró mi barriga.

—¿Estás embarazada?

Evité poner los ojos en blanco ante esa pregunta tan estúpida, y asentí.

Derek miraba mi barriga con una sonrisa la cual me extraño y teniendo en cuenta que iba a quedarse aquí, quería hablar con él, no quería llevarme mal con él así que cuando terminamos de cenar, le ofrecí dar un paseo.

—Entonces vas muy en serio con esos chicos.

—Sí, los amo.

—Me alegró Cloe y me alegró por el bebe que vaya a crecer contigo, me hubiese gustado que fuesen mis hijos, pero estás feliz, y con eso me conformo.

—Gracias Dek, en realidad son gemelos, Harriet está convencida de que son niños, yo creo que quiero que lo sean para que sean los novios de su hija.

—¿Harriet es la pelinegra de la boda?

Asentí.

—Sean, es su novio, les presenté el día de fin de año, y aunque son monismos juntos, vivir en su casa me iba a provocar diabetes.

Derek rió y cogió el móvil. Pude oír los acordes de la última canción que bailamos.

—¿Qué te parece si bailamos? Como amigos por supuesto.

—Algún día encontraras a alguien que te ame.

Le abracé y empecé a bailar con él, terminamos sentados en un banco recordando momentos de cuando éramos pequeños, y eso me trajo recuerdos estupendos de mi vida.

Aldara

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Aldara. G

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