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—Como te ha ido entonces.

—Hemos quedado esta noche.

Miré a Sean que bebía del café frustrado. Le había comentado que Harriet quería solo una relación sexual y se había enfadado, cosa que me sorprendió por que él no era de los que querían más.

—Conquístala.

—Tienes que ayudarme.

Negué, no pensaba jugar más a dos bandos, no quería joder ninguna relación de amistad así que prefería quedarme en las gradas y ver como ellos mismos iban conociéndose.

Durante la semana había quedado con Harriet, ella me contaba detalles de más sobre sus noches con Sean, aunque me contaba que más allá del sexo, siempre discutían, y me di cuenta de que Sean es más tranquilo y se toma las cosas con calma sin prisa, en cambio Harriet, quiero terminar y hacer las cosas bien, autoexigiéndose.

Me despedí de mi amigo y caminé por la universidad, las vacaciones de navidad habían acabado, y eso significaba la época de nieve en Nueva York, realmente ya había empezado, Jeff ahora conducía con mucho más cuidado, y yo había salido varias tardes a jugar con Ryle.

Me despedí del pingüino y subí las escaleras emocionada. Dean y Ryle tenían una sorpresa para mí, pero solo sabía eso.

En la puerta había un trineo enorme, miré a Dean que sonreía mirando como su hija se acercaba a mí y me explicaba la historia del trineo, pronunciando trineo, como tirineo.

Estuvimos toda la tarde tirándonos desde una colina que estaba llena de nieve, y cuando llegamos a casa, estábamos congelados de frio, teníamos nieve hasta en los calcetines.

Después de ducharnos y cenar nos fuimos a dormir.

Cuando llegué por la mañana a la cocina, me encontré con Travis, así que cogí mi taza y me senté junto a él.

—Hoy llegaré tarde, pero si sale bien, podré contarte lo de Shana.

Asentí y le besé, estaba impaciente por saber quién era esa tal Shana, y porque todo se acabase, no me gustaba como se levantaba en mitad de la comida y les hacía una seña a los chicos, para que entendieran, o que en mitad de la noche sonara el teléfono, esa era una de las razones por las que había dormido con Dean o Nick más que con Travis.

—Te quiero, pequeña —suspiro antes de mirarme durante unos segundos, donde yo también el miré a él.

Tras la universidad volví a casa, no habían vuelto ninguno así miré que podríamos cenar. Al no haber mucho en la nevera, decidí salir a comprar.

En el supermercado ya me conocían, de los meses que llevaba viviendo en este barrio. Iba cargando las compras cuando sentí a alguien a mi lado, así que miré y me encontré a la misma mujer que en el parque.

—Hola Cloe.

—¿Shana?

—La misma, creo que debería informarte de que tu novio, tiene un juicio a las seis, tal vez deberías ir.

Fruncí el ceño y abrí la boca con intención de responder, pero la vi subiéndose a un coche, y poniéndose las gafas de sol.

Negué con la cabeza varias veces y empecé una caminata más rápida, puede que no estuviese invitada, pero quería ir al juicio.

Necesitaba saber que Travis no estaba en problemas, y sabía que él no me lo contaría.

Me cambié poniéndome algo más formal. Aproveché que cada tres días tenía libre la tarde Jeff, y se la adelante, asegurando que no saldría de mi casa.

Cuando estuve en la puerta, me noté nerviosa, no sabía si iba a saber algo bueno o algo malo.

Caminé por el pasillo haciendo que mis tacones resonaran por todo el edificio y entré en la sala que me habían dicho a la entrada.

Evité el ruido y me senté al final, pude ver a Nick y Dean detrás de Travis y una chica, que supuse que era la abogada, en el mismo banco que el moreno y el rizoso, estaba el hombre del avión.

Lo había reconocido, porque pareció el único en darse cuenta de que alguien había entrado.

Se levantó y se dirigió hasta mí.

—Hola Cloe, ¿Podemos hablar fuera?

Miré al otro lado, Shana, la jueza estaba en silencio, así que asentí y volví a salir.

—¿Cómo sabe mi nombre?

—Mi hijo me ha hablado de ti.

—¿Tu hijo?

—En realidad, los tres son como mis hijos, pero Dean es mi hijo biológico. Soy Alan.

Le miré de arriba abajo, tenía el pelo más claro que él, pero sus ojos eran iguales, y si te fijabas podías ver las mismas pecas que tenía su hijo y su nieta. Si se parecía a Dean.

—¿Qué le pasa a Travis?

—¿No quieres conocer primero mi historia?

—¿Afecta a la de Travis?

—No, pero soy tu suegro.

Sonreí y me senté en un banco de piedra, él se sentó al lado.

—La madre de Dean, quedó embarazada con diecisiete años, la edad que tenía yo, me la voy a guardar, no te preocupes, no era mayor que ella —asentí y esperé —estuvimos saliendo, hasta que ella cumplió veintiuno, que decidió marcharse de la casa donde vivíamos. Trabajé para que Dean pudiese ir a la universidad. Fuimos felices, con el tiempo, él se marchó, junto a Nick y Travis. A lo que quiero llegar, es que conozco a Travis desde que es un enano, y cuando hizo esa estupidez, no sabía lo que hacía, era un niño.

—¿Qué hizo?

Estaba empezando a preocuparme por lo que había hecho Travis.

—Deja que él te explique.

Asentí y volví la vista a mis zapatillas, que se tambaleaban nerviosas.

Esperé quince minutos, y no aguanté más, me volví a dirigir a la puerta.

Tanto Shana como Travis estaban de pie, impacientes, Nick y Dean se miraban entre ellos, vi a la hermana de Travis en alguna fila, además de varias personas que había visto en fotos.

Noté a mi lado Alan se sentaba, y yo imité su acción antes de sentir como todo mi alma se iba de mí.

—Travis, queda aprobada la demanda de divorcio hacia Shana, tras seis años casados.

—Travis, queda aprobada la demanda de divorcio hacia Shana, tras seis años casados

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Aldara. G

CloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora