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CLOE

La semana pasó rápida. Hice las maletas, ayude a Jack a cerrar las malatas, hice pastas que di a las señoras que me habían hecho jerséis.

El día de mi vuelta había llegado, así que cogí mi coche blanco, y empecé a conducir por la carretera, después de la parada de comer, solo me quedaba la mitad del trayecto así que paré una última vez para informarles a los chicos y a Harriet de la situación.

Cundo volví a encender el coche, fui algo más deprisa, quería llegar, verlos, abrazarlos, besarlos y contarles lo de Grayson y Gilson.

Pero un coche con las luces encendidas me distrajo y noté como se me iba el volante, yéndome de la carretera.

Solté el volante cuando empecé a dar vueltas, estaba llorando, tapándome la cara procurando no darme ningún golpe y cuando noté que había dejado de dar vueltas, sentí un pinchazo en mi cabeza.

Sangre.

Busqué el móvil, necesitaba ayuda. Aunque antes de poder alcanzarlo, sentí todo negro.

Cuando desperté, seguía en el coche, no sabía cuándo tiempo había pasado, pero mi cabeza seguía sangrando y creo que me estaba desangrando por abajo también.

Mi nerviosismo subió, no quería perder a mis hijos, así que me esforcé en llegar al móvil y marqué el número de emergencias como pude.

—Emergencias, dígame.

—Es-estoy atrapada, accidente —oí como tecleaban algo y dos o tres minutos de silencio

—Dígame cómo se siente. Una ambulancia está en camino.

—Estoy e-embarazada y estoy sangrando, no ha saltado el airbag —dije todo de carrerilla mientras me limpiaba algo de sabre que caía por mi frente —antes me he desmayado, y cuando he despertado he llamado.

—Señorita, aguante vale. Dígame, ¿Cómo se va a llamar su hijo?

—Grayson y Gilson, el padre, n-no lo sabe, iba en camino.

—Dígame su número, le llamaré enseguida.

Dicte el número de Travis de memoria, y luego simplemente deje de hablar y de sentir, oía de fondo la señora hablarme, pero no me esforzaba en oirá.

Lo que si oí fue una ambulancia, y en cuanto noté como me sacaban, todo se volvió negro de nuevo.

Volví a despertar en la ambulancia, tenía a dos médicos examinándome.

—Señorita, si salvamos a los bebes, usted no podrá con el dolor.

Creo que lloraba, no lo supe, porque estaba lo suficientemente dolida, que no notaba absolutamente nada.

—Sálvenlos.

—Morirá.

Negué sin importarme, eran consecuencias.

—Tienen las suficientes semanas para poder vivir, así que, por favor, háganlo.

Los médicos se miraron entre ellos y me pusieron una mascarilla para dormirme.

Cuando volví a despertar no podía ni hablar, uno de los doctores tenía a uno de mis hijos en brazos, era moreno, como Travis.

—G-Grayson —Susurré antes de volver a dormirme.

Lo último que oí fue un llanto y supe que Gilson estaba estupendamente.

Sonreí y me dejé llevar por la paz, volviéndose absolutamente todo negro.

CloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora