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DEAN

No me tenía que llamar, varias veces lo había hecho, y por mucho que me doliera, no podía cogerla, sabía que Cloe me había escuchado, pero simplemente, necesitaba estar con Ryle.

Su pelo rizado siempre desordenado y mal peinado me hacía gracia, y cuando me miraba con sus ojos marrones oscuro, no podía evitar que se me encogiera el corazón.

Salí del piso con mal sabor de boca, no quería dejar a Cloe sola. Pero Ryle me necesitaba y desde el principio prometí que la cuidaría.

Conduje hasta casa. La casa donde vivía Ryle. Entré y me la encontré, inmediatamente sonreí.

—Ryle, princesa —me agaché y mi hija corrió a abrazarme.

—Papi —señaló la ventana y asentí para cogerla.

—Ya está, vamos.

Subí las escaleras hasta, pasé su habitación y entré en la mía, pudiendo ver la gran cama y pensando en Cloe al dejarla sola.

—¿Mami?

No estaba, ella, la madre de Ryle, no quería tener un hijo y para no tener ningún problema, Ryle me tenía únicamente a mí. Cuando ella nació ya habían pasado unos meses desde que conocimos a Cloe, y simplemente nos quedamos embobados, no solo por como estuvimos en la cama, que a pesar de tener que soportar a los tres lo hizo y con creces, pero esa forma de sonreír a sus amigos, de sonreírnos a nosotros mientras la abordamos en la barra y de todo lo que pasó.

—Mami está en otra casa, con el tío Nick y el tío Travis.

Esperaba que alguno de los dos hubiese llegado, o por lo menos Nick, que tenía que ir a una obra realmente, Shana era un caso aparte, del que Travis ya estaba intentando solucionar, desde hace dos años.

—Quiero mami.

También lo sabía, desde pequeña la he contado todo de Cloe y aunque no la haya visto nunca, siempre pregunta por ella.

—Pronto —susurré.

Ella no dijo nada más, tampoco sabía decir nada mucho más, por lo que empezó a cerrar los ojos y me quedé con ella.

Era mi hija y desde que nació en enero, me juré a mí mismo estar para ella siempre, apoyarla.

Cuando desperté eran las ocho y media, Ryle tendría que ir la guardería mientras yo iba a disculparme con Cloe y a trabajar, así que empecé a cambiarla sin despertarla y la cogí en brazos hasta la cocina. Ahí estaba Rachel.

—Dean ¿Qué quieres desayunar? ¿Y la pequeña Ryle?

Se acercó a Ryle y revolvió su pelo antes de mirarme.

—Café y para Ryle el zumo y una magdalena.

Siempre desayunábamos lo mismo, por lo menos en casa, porque por alguna razón, en el piso habíamos establecido tener tostadas hechas y sin razón aparente había aprendido a hacer tortitas. Cuando terminamos de desayunar, dejé a Ryle y me fui hacia el piso.

El edificio lo habíamos construido hace unos meses Nick y yo, pero en seguida nos quedamos con el piso pequeño.

—¡Mira! otro desaparecido.

Fue lo primero que dijo Cloe, gritando, Travis y Nick estaban sentados en el sofá mientras que Cloe tenía una taza entre las manos y estaba apoyada en la cocina.

—Vosotros os vais, no venís en días, y no me creo que trabajáis todo el día, así que decidme ahora mismo que coño pasa.

Miré a mis amigos, sabíamos que se lo teníamos decir, todo, pero no queríamos que se fuera, nos daba miedo que nos dejara aquí. Sabía perfectamente que no le podíamos contar todo, y que Travis no le iba a contar lo de Shana.

CloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora