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Travis y yo no volvimos a la boda, nos quedamos ahí mirando al techo, hablando y al día siguiente, después de desayunar pusimos rumbo a Nueva York.
Esta semana empezábamos las practicas, y por desgracia me había tocado en el mismo hospital que Travis y él era mi médico en guardia.
—Travis, ni se te ocurra dirigirte a mí de ninguna otra manera, y como me llames a tu despacho no pienso ir.
Él asintió con gracia, y miró a Sean, él también estaría bajo su mandado.
—Ni se te ocurra mirar a algunas de tus compañeras, o te patearé el culo, y hare que no conozcas a tu hija.
—Va a ser niño —dijo enfadado.
En realidad, seguíamos sin saberlo, pero Harriet se había empeñado tanto, que ya había comprado ropa para niña, aunque no era rosa, si no morada.
Nos vestimos y estuvimos un rato hablando antes de que Travis viniera para encargarnos nuestros primeros pacientes.
—Cloe, cuando tengas un rato, ve a mi despacho.
Le miré mal, ¿no acababa de oír lo que he oído? Asentí y terminé mis tareas y antes de ir hacia el despacho.
Travis estaba concentrado en el ordenador y me miró con una pequeña sonrisa.
—Ven.
Me acerqué y me senté en su regazo.
—¿No has entendido lo que te he dicho o no has querido enterarte?
—Me he enterado, perfectamente, pero hay más tíos de los que pensé y no quiero que te miren además como Nick se enteré, les hará una ficha a todos lo suficientemente larga, para meterlos en la cárcel.
Sus labios se fueron a mi cuello supe que me iba a estar haciendo chupetones, así que aproveché.
—Si tú lo haces, yo también, hay muchas enfermeras que te miran.
Él rio antes de empezar a besarme de nuevo el cuello.
Cuando salí de ahí, intentaba tapar mi cuello, sobre todo porque la camiseta era con un cuello de pico que dejaba ver todo mi cuello.
Sean estaba terminando de cambiarse y cuando me vio rio al ver mi cuello y yo lo acallé con una patada.
—Idiota —dije mientras salíamos.
Las semanas pasaron y abril empezó, con ello se acercaba el día de mi cumpleaños, y tenía la suficiente ilusión, como para estar pendiente en otras cosas, iba a cumplir veintiún años.
—Cloe.
Miré a Harriet. Estábamos buscando más cosas para el bebé.
—Estás distante.
—Lo siento, llevo unos días pensando en otras cosas
—Céntrate, me han preguntado los chicos, que país te gustaría visitar.
Me encogí de hombros. Había muchos sitios donde quería ir.
—¿Vosotros vais? —mi mejor amiga asintió —elige tu.
—Hawái
No tardó ni dos segundos en decirlo, sonreí y asentí.
—Si quieres.
Hawái era bonito, y haría calor. Ella cogió el teléfono y llamó a alguno de ellos. Reí cuando la oí contarlo lo suficientemente alto.
El día quince de abril llegó y Ryle me despertó agitando un dibujo que terminamos colgando en el frigorífico. Cuando vi los billetes a Hawái les besé, y les confese que había sido Harriet quien había elegido.
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Cloe
RomanceDulogía Ellas I; son libros independientes, distintas épocas y con distintos personajes, pero ambos son relacionados con la poligamia. Acostarse con tres hombres el día de tu cumpleaños y luego huir suena lógico, pero que pasaría se dos años despué...