CAPÍTULO 39: EL DÍA QUE CAMBIO

225 23 17
                                    

"Es una total pena."

Era la frase que resonaba en su cabeza las últimas horas. La hermana de Rissa le comentó que era una pena que un talento y porte como ese joven albino se perdiera. La negativa de Zen era fuerte y por más que Larrisa intentaba invitarle un café o simplemente que viera un álbum con los idols que representaba, Zen se negaba.

"Es muy apuesto, tiene un cuerpo bien pulido y carisma... lo puedo ver, pero..."

Rissa solo suspiró. Tenía ya un "asunto" con el tomate y ahora su hermana venía a quejarse que no podía recolectar a Zen. ¿A ella qué le importaba? Zen podría ser lo más carismático que muchos podrían decir, pero no dejaba de ser un grosero malagradecido. Un chico que incluso ni sabía con qué mujer meterse.

Caminó al establo con el heno que los caballos tenían que comer. El aroma era tan conocido y agradable. Era bueno ver que esos animales estaban bien e incluso el pensar en montar uno llenaba sus pulmones.

-Tal vez... otro día... -suspiró.

"¡Enserio! Incluso debería aplicarse algunas cremas para las lesiones en su rostro."

Las quejas de su hermana sonaban en su cabeza aún con el sonido de los caballos y el viento. Y pensando en el diablo aquel chico de cabellos blancos se encontraba en el otro extremo del establo mientras salía de una potrera. Lucía sucio y cansado.

"¡Nunca pedí tu ayuda! ¡Debiste dejarme morir!"

¿Por qué recordaba eso? Esa noche... solo esa noche donde lo salvó se volvió el punto inflexible entre la enemistad entre ambos. Esos ojos rojos enfurecidos recriminándole que lo salvara y después un fuego consumado. Apagado en todo el sentido que cenizas quedaban. Aquel ex actor iba y venía, pero su alma se había apagado ese día.

Rissa suspiró. No entendía por qué pensaba y pensaba en ese tema o en el albino...

"Zenny... él estuvo conmigo en mi peor momento en Corea, Rissa."

Sí, lo sabía. Era por Isa. La ternura con que la Ishiguro habla de Hyun era indescriptible. Cualquiera que no la conociera creería que había sentimientos románticos por él, pero no era así. Capaz si amor, pero de ese amor fraternal y tierno. Así como ella sentía por su amiga.

Tantas cosas habían pasado y solo podía quedar las lindas palabras de la coordinadora con esa sonrisa tranquila y feliz al hablar de Zen. Un amigo que encuentras solo una vez en la vida. Y era ahí, con toda esa ternura que lo mencionaba, que su expresión cambiaba a una de tristeza. Unos gestos desalentadores que buscaban el modo de sacarlo del fango, de evitar que él se hundiera más, pero por más que ella y los demás de la RFA lo intentaban... Zen se seguía hundiendo.

-¿Necesitas... algo? –le preguntó.

No se dio cuenta que de un momento a otro el albino estaba delante suyo. Rissa lo miró extrañada. No dijo nada y lo miró. Mechones desordenados sin brillo. Mejillas sucias del trabajo duro, ropa que adquiría mal olor y unas manos ahora toscas y con heridas ya cerradas. ¿Por qué si ella no hizo nada para llevarlo a ese límite, se sentía culpable?

-No... –"Tu puedes decirlo, Rissa."- No tienes que hacer esto. –intentó que su rostro no expresara alguna emoción- Al fin y al cabo, vinimos a vacacionar...

Pero no obtuvo respuesta. El albino solo bajó la mirada. Era como si aceptara el regaño, ni eso podía hacer bien.

Era un silencio incómodo. Demasiado incómodo para ambos. Zen bajaba la mirada y no decía nada, incluso cualquiera creería que aceptaría algún golpe y no diría nada. Y para Rissa eso era ¿molesto? ¿incómodo? ¿qué era? Ese joven no era de su agrado, pero... ¿a qué grado puede llevarte un amor? Sí era así, ella no viviría eso.

PÉTALOS CAÍDOS [SEGUNDA TEMPORADA]   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora