CAPÍTULO 16: COMO LOS DEMÁS

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"Puedo sentirlo. Una pequeña patada que da, mi bebé está vivo. Me pregunto... ¿cómo será? ¿Tendrá mis ojos? ¿Será niño o niña? En un mes podré saberlo. Había luchado por no saberlo, pero... cuando fui a ese centro comercial y vi tantas cosas que comprar, no pude evitarlo. Mi esposo... él espera que sea varón. Bebé... si lees esto, sea lo que seas, tú madre te ama. Eres el sonido en este mundo tan silencioso."

Cerró aquel diario. Había pasado toda la noche entre sus sábanas mientras leía unas cuantas hojas. Unas hojas donde aquella mujer describe con un amor inmenso a su pequeño. Un hijo que resultaba ser la luz e ilusiones que tenía, las que le quedaba.

-Esperanza...

Fue un susurro que sin esperar salió de sus labios, pero ¿qué era todo sin ello? Isa podía ser una de las personas que tenía más derecho a decirlo. En casi dos años su vida había cambiado por completo. Como si ella hubiera sido una línea tan recta hasta los acontecimientos de a RFA. Isa ya no podría ser la de antes, pero tampoco podía ser la que estaba sumergida en su dolor. Un dolor que ahora meditaba. Como si de una película tan conocida y a la vez nueva que iba desarrollándose en su mente. Las cosas que hizo por amor, las decisiones que tomó en nombre del amor y el dolor que aceptó en nombre de ese amor. Era extraño pensarlo y mirar atrás. Ya ni ella sabía qué Isa fue lo que hizo eso, ¿qué ganaba? ¿qué le dio todo eso? Eran pensamientos que abordaban su mente.

"Bin Bin"

Aquel ruido la sacó de sus pensamientos. Eran ya las seis de la mañana y su teléfono era el que vibraba. Estiró su mano para ver el mensaje. Tenía un mar de preparativos con sus amigos y pensaba que capaz ellos eran atacando de nuevo, pero para su sorpresa no fue así. Era una profesora de la universidad. "Le envié el relato por gmail, espero que te sirva", decía el mensaje. Y ahí recordó otro asunto que tenía entre manos.

Esos días que el joven Kim se encontraba lejos ella fue a su universidad por cuestiones administrativas y la posibilidad de poder retomar sus estudios después de fiestas. Capaz aún no tenía su lesión mucho mejor, pero si no se movía caería en el mismo hoyo que estuvo desde su diagnóstico del médico. Terminó llenando una serie de papeleos que parecían sin fin, al fin y al cabo, ella había perdido su último año de universidad. Entre el accidente y el regreso como los yakuza, Isa perdió nuevamente. Las preguntas eran las peores: ¿por qué dejaste de estudiar? ¿para eso fue a Corea? ¿Piensa que se le dará otra beca? ¿Volverá así a clases?

Era un mar de preguntas que ella intentó ser lo más cortés del mundo. Eran muy pocos quienes le preguntaban por su salud y que se tome su tiempo para volver. Al fin y al cabo, una edad no definía el éxito de graduarse tan joven. Su corazón sintió una ligereza. Aunque solo fue por un momento porque había muchos que se alegraban de ello. Terminó cansada y con ganas de irse a casa.

-¿Señorita Ishiguro? -escuchó detrás de ella, reconocía la voz y esperó con todo su ser que no fuera esa persona- ¿Es usted?

-Eh... sí, soy yo. -volteó para después hacer una reverencia a aquella mujer.

-¡Isa! -la mujer la sujetó de los hombros y la miró de pies a cabeza- Supe lo de tu accidente, ¿cómo está?

-B-bien... mucho mejor. -le sonrió levemente.

-Me alegro. Tus tíos me informaron... -miró a la secretaria que tenía detrás- ¿por qué no pasamos a mi oficina?

La joven asintió. No le quedaba otra opción, hubiera preferido no ver aún a la persona que la recomendó para la beca a Corea. Susiel Nami era una coordinadora y maestra de la universidad. Encargada de temas académicos de prestigio. Una carta de recomendación de ella era como sacarse la lotería y verla bajo esa circunstancia era penoso. La invitó a sentarse mientras le ofrecía un poco de café.

PÉTALOS CAÍDOS [SEGUNDA TEMPORADA]   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora