CAPÍTULO 35: CAMINOS TRAZADOS

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-¿Qué se supone que debería de hacer? ¿Nada? ¿Eso dices? ¡Vino golpeado la última vez!

-Sí, eso mismo. –su mirada era firme- No hagas nada.

-¡Rissa! No me puedes decir eso... no puedes. ¡Él...!

-¿Por qué?

-Zen...

-Hyun está en un proceso de depresión. Él necesita tomar esta decisión y si quiere ser cajero de una tienda, déjalo.

-¡Él no nació para eso! Además... golpearse con desconocidos.

Habían pasado varios días como semanas. De un abrir y cerrar los ojos las fiestas de fin de año habían acabado dándole paso a un nuevo año y a los nuevos retos para la joven coordinadora.

Desde una navidad tranquila y alegre con todos sus seres queridos hasta la fatídica noche de año nuevo. Todo fue un vuelco de emociones donde no hubo uno solo que quedara intacto.

Desde que ocurrió los problemas con "Becca", Zen no había sido el mismo. La radiante sonrisa del actor se había apagado y fue mucho peor cuando entró a trabajar a esa tienda de convivencia. Por más que intentaron sacarlo de ahí, él decía lo mismo:

"Me dejan trabajar o me voy."

¿Amenaza? ¿advertencia? Podía interpretarse de diferentes maneras, pero lo cierto es que la mira apagada de Zen era un plato de cada día. Entre una de esas decisiones era el horario que tenía y que buscaba pleito con cada cliente "especial" que llegaban algunas noches.

El turno nocturno no era mal. Solo había esos pequeños "hechos" y se podía trabajar tranquilamente, pero eso no era adecuado para la piel del actor. Trasnocharse todos los días y venir con un aspecto demacrado era doloroso. Si es que no ocurría alguna pelea.

-Pero capaz él necesita eso ahora mismo.

-Rissa...

-Solo digo que... -tomó aire antes de subirse a su camioneta- Cada quien debe caminar por caminos sombríos para encontrarse. Golpearse contra la pared. Tú mejor que nadie lo sabes.

-...

-Tú... tú te perdiste cuando viajaste a Corea. Solo me contabas lo mínimo hasta que dejaste de hablarme. Y... -se mordió los labios- Si no fuera por casualidad del destino... ni te hubiera vuelto a ver la cara.

Los ojos de la Tanaka eran firmes al mirarla. Había un reclamo y decepción en ellos. Y era verdad. Desde que Isa viajó a Corea se enfrascó en ese nuevo mundo que poco a poco se olvidó de su amiga al grado de no contarle que terminó con gente desconocida y comprometiéndose con un hombre casi siete años mayor que ella. ¿A eso se le llamaba mejores amigas?

-Rissa...

-Pensé que... -meditó- cuando Jiro me dijo que te casabas con un gran magnate y viniste... fue desalentador...

-Y-yo.. l-lo siento...

-Descuida. –llenó de aire sus pulmones- Hubiera deseado que sigas en ese hermoso sueño en vez...

-De lo calamitosa que me veía.

-Sí. Pero también entendí que tú... -fue a ella y sujetó sus manos- Tenías que recorrer un duro camino para volver a ser mi Isa. Es un proceso...

Era verdad. Así debía ser. Isa debió ir por ese camino turbio y oscuro por ese barrio rojo cada noche, llenarse de humo y cosas indecentes para que sus ojos pudieran abrirse y las heridas de su corazón salieran a la luz permitiéndose secar, pero...

-Pero no lo hice sola. –apretó las manos de su amiga- No pude sola. –recuerdos que volvían- Cuando pasó... me quería morir. Quería... dejar de existir. Y fue Zen quien estuvo ahí conmigo. Él... -su mirada busca recuerdos lejanos- él estuvo conmigo en todo. Con su sonrisa, su apoyo e incluso vino aquí por mí.

PÉTALOS CAÍDOS [SEGUNDA TEMPORADA]   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora