Gritos. Unos gritos tan ensordecedores e imparables que no le dejaban pensar en otra cosa, ¿Cuánto había pasado? ¿Una hora, dos, tres? ¿Cuántas? No lo sabía, había perdido la noción del tiempo. Simplemente los gritos empezaron y la sacaron de su sueño. Se asustó que pensó que el corazón se le saldría del pecho en plena noche. Cuando salió de su habitación vi a varios sirvientes corriendo de un lado a otro mientras eran dirigidos por su abuela. Entonces, Akira lo comprendió. Era un cuadro de aquel albino. El doctor había sido claro. Esos ataques de desintoxicación eran normales, que su cuerpo pedía la droga al cual había estado sometido. Por eso sudaba, gritaba, pataleaba que era necesario más de cinco hombres para sostenerlo en la cama. Su abuela, la señora Sun, había encontrado una forma tradicional de lograr dormirlo: incienso traído desde el Himalaya. Akira solo podía ver cómo cada factura de ese incienso caro era puesta en su escritorio, pero servía. Desde que ese chico empezó a respirar eso se tranquilizaba que lograba conciliar el sueño. Su abuela se quedaba con el cuidándolo, pero había algo contra lo que aún luchaban: las pesadillas.
El joven lloraba en sueños, pedía disculpas y a su hermano. Se disculpaba mucho que la piel de la Won se le encrespaba al sentir su lamento. Por otro lado, pedía a su hermano. "No te me dejes" era una de las cosas que decía en sueños. Aquel chico lastimó y lo abandonaron. Se resumía en eso, pero era tan triste que la Won dejó de quejarse o decirle a su abuela que era una mala idea tenerlo en casa. Pensó en su hermano menor en esa situación, era una de las peores cosas que pudo imaginar.
La noche o, mejor dicho, los gritos terminaban con aquel chico cubierto de sudor, aunque completamente dormido. Su abuela secaba con su pulgar las lágrimas que el chico derramó en todo. La pena en los ojos de la anciana era indescriptible. Akira no podía diferencias si era por el parecido con su hermano o por el simple hecho de que era un alma necesitada. Simplemente se quedaba apoyada en el umbral de la puerta mientras su abuela abría un poco las ventanas de esa habitación para dejar ir el humo del incienso. Akira miraba al chico.
Podía ver en su rostro sufrimiento indescriptible aún dormido. Sus mechones pegados a su rostro por el sudor. Y de vez en cuando tensaba las manos como si esperaba un golpe. Claro, había otra oración que decía: "No me pegues, por favor Salvador." No sabía cómo tomarlo. En primero, ¿quién lo maltrataba así para que aún dormido no pueda descansar? Y en segundo, ¿" salvador"? ¿Qué era eso? ¿Era una persona? Había tenido oportunidad de conocer a gente que se llamaba así, pero ¿y si no era eso? ¿Si se trataba de un alias o algo por el estilo? Su cabeza daba vuelta ante un mundo de posibilidades. Aunque, lo que más remarcaba eran todas esas cicatrices que tenía el chico.
El médico había concluido que había sido torturado antes de que ella lo encontraran a las afueras de su templo. Les dijo a ambas una serie de actos que pudieron darse para que él esté así de lastimado sin mencionar los rasguños de perro. ¿Quién sería un monstruo para hacer algo así? Su abuela casi se pone a llorar al saberlo, pero Akira estaba en blanco. Su cabeza, como ahora, procesaba todo de una manera rápida que parecía perderse en ello. Más cuando al rato podía ver unas lágrimas derramándose del joven: Aún sufría.
Terminó por ver el reloj que marcaban las cinco de la mañana. Era hora de levantarse, pero ella en sí no había dormido nada. Simplemente esa noche era como otras donde habían luchado por controlarlo. Su abuela la miró, sus ojos eran cansados, pero se dibujó un "lo logramos" de victoria. La joven solo asintió. Estaba cansada y no durmió nada, pero la peor carga la tenía su abuela. Akira volvió a mirar al chico una vez más antes de irse a vestir, el trabajo volvía de nuevo a ella y no le importaba si durmió o no.
Miró la nieve. Era señal de que el invierno estaba presente. Las bebidas calientes eran ahora paisaje del templo. Todos los visitantes iban a comprar en una pequeña cabaña que tenía donde vendía variedad de cosas. Entre recuerdos, sahumerios, velas, comida, bebidas e incluso algunas telas. También por la actividad que se tendría por fin de año. Muchos creyentes irían a su templo para recibir el próximo año. El trabajo aumentaba.
ESTÁS LEYENDO
PÉTALOS CAÍDOS [SEGUNDA TEMPORADA]
FanficSecuela de "Miles de Pétalos". Ha pasado un tiempo desde esa noche en donde todo acabó, los pétalos en los árboles han caído. Dando paso a unos nuevos, intentando florecer mejor que antes. Porque ante todo; si el tronco se mantiene firme, florecerá...