CAPÍTULO 13: PLANEAMIENTO

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-Un violín. -sus ojos lo miraron sin comprender.

-Sí. -lo acomodó en la mesa para poder abrir su estuche- Era de mi madre.

-V... -no tenía palabras.

-Ella... era una violinista muy reconocida en el medio. Decían que nació con un talento inigualable. -Isa no sabía qué decir- Pero... -suspiró- perdió la audición. -la miró.

-... lo lamento.

-Descuida. Ha pasado tiempo de ello. Y esos... -acarició los cuadernillos- Eran sus diarios. Ella iba escribiendo todo lo que pasó, incluso cuando me esperaba. -hubo un silencio. Ella no sabía qué decir o cómo debía tomar todo aquello que el joven le decía- Cuando... cuando tú tuviste ese accidente y el médico nos dijo tu diagnóstico, pensé en mi madre. Dos mujeres con mucho talento que por cosas de la vida... lo perdieron. -intentaba buscar las palabras adecuadas, no quería lastimarla- Yo de pequeño no sabía qué hacer... no sabía... por qué no tenía a mi madre al lado, ni por qué ella sufría tanto... ni por qué mi padre la alejó de mí... y por qué no era "querido" por ella...

Nuevamente hubo un silencio en aquel lugar. Como si miles de olas iban llegando a la mente del joven. Muchos recuerdos que pensó que dejó atrás iban volviendo como si solo hubieran ocurrido segundos antes. Dolores, sensaciones, penas emergían y se iban. Isa pudo ver una pena en los ojos del Kim, uno dolor que estaba bien oculto, sumergido que en ese momento era visible. Su cuerpo tenía ganas de abrazarlo y consolarlo, aunque no lo hizo.

-Pero... al releer sus diarios... comprendí muchas cosas, aunque aún me falta muchas por entender. -la miró- Eso del amor maternal... -se apenó- Es algo que aún no sé, pero ella lo tenía por mí.

-V... -se enterneció. Una pequeña luz después de esa mirada apagada de extendía en el Kim.

-Isa... No quiero... que te aísles como ella. Si... si necesitas ayuda, aquí estamos. No estás sola en esto. -sujetó su mano- Por favor, no cargues con esto tú sola.

-V... -intentó respirar, intentó calmar sus lágrimas, intentó contenerse, pero no pudo. Volvió a llorar, pero llorar ante el hecho de saberse que no estaba sola. Que había gente como él que quería lo mejor para ella, que se preocupaban por su bienestar. Sí que había sido ciega en no darse cuenta. Sintió que el joven la abrazó mientras la acariciaba suavemente la espalda como siempre. Él siempre hacía eso, le daba ese confort a su frágil cuerpo, la sujetaba y dejaba que todo fluyera. Su aroma era agradable como cálido. "Menta".

Pasaron los minutos hasta que se sintió calmada y con mejor semblante para poder mirarlo a la cara, se secó las lágrimas que quedaban. Esperaba que él no creyera que era un llanto como esos meses pasados porque aquella joven lo sentía distinto. Era un llanto que mezclaba una alegría como tranquilidad. Cuando sintió que su mundo se caía, los tenía a todos ellos a su lado sosteniéndola. A su familia como a sus amigos y a V. Él, desde ese día que se le prometió, estuvo ahí.

-¿Mejor? -la miró, ella asintió- Bueno, quisiera que te quedarás con todo esto. -la joven se sorprendió por completo.

-¿Qué? ¿Q-qué estás diciendo?

-Sí... yo... pensé que podrías apoyarte en las memorias de mi madre. Ambas pasaron por lo mismo... y siento que podría ayudarte. -su mirada era sincera.

-No puedo, V. Esto... -la joven miraba el violín y aquellos diarios- Es tuyo. Es lo que tu madre te dejó. Yo no podría...

-Hazlo, por favor. -la miró- Enserio, yo deseo que te los quedes.

-V...

-Isa, créeme. No tengo ningún problema con que te lo quedes. -acarició el violín.

-Es que... dices que es algo de tu mamá, donde habla de ti... de lo que representabas para ella... yo...

PÉTALOS CAÍDOS [SEGUNDA TEMPORADA]   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora