Lo miraba de pies a cabeza. Examinaba cada lado de su cuerpo, desde la punta de sus cabellos hasta la punta de sus pies. Sus ojos no dejaban de verlo, de examinar cómo podía proseguir, ¿qué más hacía falta? ¿Cómo debía satisfacerse? Suspiró. No esperaba estar en esa situación, en esa postura tan inútil e ineficaz. Por más que apretara los puños, por más que iba de un lado a otro, ella no sabía bien qué hacer. Todo había salido de su control. Y ahora estaba ahí, en ese calabozo intentando pensar. ¿Cuánto tiempo estaba ahí? Desde que supo que esa mujer no era la simple chica estúpida que todos creían, Rika pensaba cuál debía ser su mejor movimiento.
¿Cuál? ¿Era momento para atacar? Y lo sabía. Lo que más le hervía la sangre era saber la respuesta que era un rotundo "no". Ella ya no podía ir a diestra y siniestra por las sombras, no contra una joven que venía de una familia peligrosa. Y, sin embargo, la idea de que ella tenga a V a su lado la destruía por dentro. Logró un primer paso: Jumin. Logró que él se separa de esa mujer. Que la mirara como él siempre miraba a todos los demás que no sean ella o V. Y ahí estaba su otro problema: V. Él sí era su problema. V se fue con ella, con esa mujer tan despreciable y maldita. ¿Cuántas lagrimas tuvo que fingir para llevárselo? A su V, su amor, su sol, su hombre.
-Sal... Salvador.
-¡CÁLLATE! ¡Que no se te olvide que todo esto es tu culpa!
-Yo... lo lamento... l-le juro... que no volverá a pasar... -intentó articular palabra.
-Jajaja. Claro que no volverá a pasar. No volveré a confiar en ti. -lo miró fríamente- Eres tan inútil.... Debí quedarme con tu hermano, él si tiene cerebro.
-S-salvador... no... no diga eso... usted no... -intentaba mantener la vista firme, poder mirarla a sus ojos verdes y pedir una oportunidad. Solo una más, pero su cuerpo le decía todo lo contrario.
-Cállate. -le ordenó.
Aquel chico cerró su boca y bajó la mirada. Pudo ver sus pies desnudos en la tierra, cómo las gotas de sangre se habían secado con el pasar del tiempo y los hematomas eran de un color verduzco. ¿Cuánto tiempo estaba ahí? Las cadenas en sus tobillos como las que estaban alzando sus brazos por las muñecas ya dejaban rastro en su piel. Ese chico no sabía ni los días ni horas que habían pasado desde ese día. Solo pudo sentir cómo esa mujer empezó a golpearlo, a llamar a más personas y ordenar llevarlo al calabozo. Solo fueron fragmentos, simples fragmentos de sus memorias. Y así fue llevado contra su voluntad, intentó resistir. Él odiaba estar en ese lugar, el lugar donde era "disciplinado". Y donde ella le daba esa droga del mal. Tan placentera y a la vez tan maldita. Ni bien cuando llegó a esa oscuridad fue arremetido con más golpes hasta sentir el sabor de su sangre. De entender que estaba siendo pateado sin contemplación y las palabras: "Defraudaste al Salvador", "Mereces que acabe contigo", "No mereces la misericordia del Salvador". Tantas palabras que venían de un golpe tras otro. Y en un momento él quedó inconsciente, sumergido aún más en esa oscuridad que era su vida. Su maldita vida ya no valía nada si ella creía que era inútil. Lo fue para su gemelo que por eso lo dejó, lo fue para ese turquesa y ahora lo era para ella. Un completo inútil, una basura que no merecía piedad. Sino por el contrario, más y más golpes hasta que la muerta tenga un poco de piedad por él y se lo llevara al infierno, a sufrir más.
Cuando abrió los ojos no pudo reconocer nada, era tan oscuro y frío. Seguro llegó al infierno, al nivel más bajo donde no existen llamas, donde solo hay un maldito frío que congela la sangre y la hace agujas internas mientras destrozan cada nervio. Sin darse cuenta las lágrimas salieron, tenía miedo, odiaba la oscuridad. Le recordaba a ella. A su madre. Cuando lo dejaba a oscuras y encadenado, sin nada que comer. Ya había estado en el infierno sin saberlo y el diablo lo envió de nuevo ahí. Y pensó que capaz, capaz podría verlo. Ver esa maldita cabellera roja con esa estúpida sonrisa. Por un momento lo pensó, ¿qué era eso? ¿en qué momento quería verlo? A ese ser tan despreciable, ¿él quería verlo? ¿por qué? Sacudió la cabeza con fuerza alejando esos malditos pensamientos y lo comprendió con el ruido. Él estaba encadenado. Sus brazos colgaban y al movimiento las cadenas sonaban. Así como sus pies. Entonces lo supo. No estaba muerto, por el contrario, estaba tan vivo que los dolores de la paliza que recibió iban despertando poco a poco, para recordarle todo. Que falló en su misión, le falló a ella cuando quiso traer a esa coordinadora. Este era su castigo. Como cuando era niño y el solo hecho de decir una palabra hacía que su madre lo encadene. Sí, eso era su infierno.
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PÉTALOS CAÍDOS [SEGUNDA TEMPORADA]
FanfictionSecuela de "Miles de Pétalos". Ha pasado un tiempo desde esa noche en donde todo acabó, los pétalos en los árboles han caído. Dando paso a unos nuevos, intentando florecer mejor que antes. Porque ante todo; si el tronco se mantiene firme, florecerá...