05. Su mano en mi boca

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09/03/2020

—¡Mamá! ¿Me puedes decir por qué lo invitaste a cenar? —Le reclamo mientras masajeo mis sienes como un loco.

Ahora mismo él arrogante ese está arriba, esperándome. Él muy descarado subió a mi cuarto ¡Y sin mi permiso! Cuando entró a casa junto a mi madre, le dijo que iba a esperar la cena en mi habitación.

¡¡Conmigo!!

¡Yo no quiero que espere conmigo! Que espere con él perro de la calle, estoy seguro de que se entenderían mejor.

Van Gogh dijo una vez: El arte es para consolar a aquellos que están rotos por la vida. Sí le rompo la cara, ¿no consolaría mi cansado corazón? Después de todo él se cree tan hermoso como un retrato de Apolo.

—¿Hay algún problema con eso? Creí que era tu amigo, me dijiste que era agradable. —Se defiende mientras corta vegetales para una ensalada. 

—No, no somos amigos, apenas y lo conocí el sábado, no hemos  interactuado lo suficiente. —Contraataco procurando no alzar mucho la voz para que él chico en mi cuarto no nos escuche discutir. 

—El tiempo no te importó con los dos chicos que conociste ayer, y que por lo que me pude dar cuenta te llevaron y te trajeron de la escuela hoy. Además, la culpa es tuya por nunca querer invitar a ninguno de tus amigos a casa y presentarlos. Sabes que quiero saber con quién te juntas para saber si es buena influencia para ti. Por cierto, hablando del tema, Quiero que también invites un día de estos a tus nuevos amigos. Será agradable conocerlos.

—¡Ash! A veces eres imposible mamá. Y de los chicos de los que te hablé ayer —hago una pequeña pausa para pensar—. Ellos son diferentes.

—¿Y qué los hace diferentes?

Que ellos si son soportables.

La primera impresión que te da una persona es muy importante, sobre todo si sé quiere formar una amistad a futuro. No soy experto en amistades pero, no hay que tener más de dos neuronas para saber que la actitud también dice mucho sobre alguien. Y la de él es una retorcida. No estoy seguro de si mi cerebro actualmente tiene las neuronas haciendo su trabajo pero, por lo menos dos de ellas, hacen su mejor esfuerzo.

Abro mis fosas nasales lo más que puedo y lleno mis pulmones de aire hasta más no poder. Hoy no fue mi mejor día, y cada vez va yendo de mal en peor, creo que, cuando llegue la noche, o voy a estar muerto, o parecer un anciano de 60 años. No es que esté menospreciando a la tercera edad, es solo que quiero llegar a esa etapa de la vida de forma natural, y no perderme de lo poco que me queda de mi vida como adolescente puberto.

Aunque pensándolo bien, llegar a la vejez está sobrevalorado en estos días, podría decirse que a los 40 ya podría morirme en paz, no hay necesidad de esperar a que el rostro se me arrugue cómo rodilla de elefante, y mucho menos esperar las mil y un enfermedades que padecen los ancianos. Simplemente morirme a los 40 está bien, si nada me mata antes de cumplirlos, cuando lo haga el regalo de mi para mi será una soga. Después de todo, los psicólogos aconsejan que hacernos auto-regalos, es una acción saludable para la mente y el alma.

—Pues porque tuve y tengo la oportunidad de conocerlos, es algo complicado, tengo mis motivos. —Que me salvaron el culo por ejemplo.

—Lucas, si quieres o no ser su amigo, es tú problema, pero hoy come con nosotros, ya lo invité y no voy a decirle que se vaya. Negarle un plato de comida a una persona no es de humanos. —Sentencia. Termina de cortar verduras y vegetales para entonces ir al refrigerador y decir que tipo de carne comeremos hoy.

—Okey, a fin de cuentas la comida la paga Peter y no yo.

Me doy media vuelta y camino hacia las escaleras, ese hombre ya ha estado mucho tiempo solo en mi espacio personal, tengo miedo de que haga algo pervertido en mi ausencia.

Apaga las luces y enciende las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora