10. No quiero saberlo

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05/04/2020

Verlo de repente enfrente de mí y, además de escuchar la pregunta que me acaba de hacer me dejó perplejo por unos segundos, no sé a qué se refiere, ni a qué punto quiere llegar con todo este circo que le encanta montar cada vez que se me acerca.

Todo lo que hace es mirarme fijamente y es todo lo necesario para bloquear mi capacidad de razonar, no sé adónde mirar ni qué decir, simplemente mi cerebro no es capaz de formular alguna acción en este instante.

Intento aflojar mi mano de sus dedos fríos, pero él al notarlo reajusta su agarre, haciéndolo más firme, pero sin aplicar demasiada fuerza, enrollando sus dedos en el dorso de mi mano en una atadura delicada.

El viento comienza a soplar un poco más fuerte, las hojas de los árboles bailan por los aires y, nosotros acabamos envueltos en un baño de luz de luna. No sé en qué momento oscureció, solo sé que ahora los astros son los únicos testigos de este extraño momento de confusión.

Balbuceo un par de incoherencias, pero me aseguro de decirlo lo suficientemente bajo como para que no escuche, así tendré un poco de tiempo para pensar, o mejor dicho, para tratar de decirle que está loco y qué me suelte. Abro mis labios nuevamente, pero nada sale, busco su mirada con la mía, pero al encontrarla la aparto al instante, no sé cómo es capaz de alterar mis nervios de esta manera, pero no me gusta para nada, no es normal en mí, a menos de que sea un bicho... Más específicamente una cucaracha. ¡Iugh!

—¡Odaxelagnia! —Le digo sin pensar en el significado de una palabra que recordé haber leído en algún libro.

Al escucharme abre un poco los ojos y en sus mejillas se hace presente un leve color rosa.

—¿Te... gusta de esa manera? —Inquiere de manera torpe.

—Yo qué sé, tengo sueño y hambre, suéltame, tengo que entrar.

—Enserio... ¿Me olvidaste por completo? —Dice en un tono melancólico y entrecortado.

—No sé de qué hablas, ¿cómo te voy a olvidar si te vi hace unas semanas atrás? —Contraigo de manera brusca mi brazo haciendo que se desestabilice su cuerpo.

—Me tengo que ir.

No le doy tiempo de retomar la palabra cuando abro la puerta de mi casa, entro y la cierro de un portazo. No sé el porqué, pero la curiosidad que me dejó aquella vez que se fué, se esfumó en un instante.

Subo corriendo las escaleras hacía el piso superior, pero a mitad de camino una voz masculina exclama mi nombre, haciendo que frene al instante.

Giro sobre mis talones y visualizo a Peter parado al pie de las escaleras.

—¿Qué te pasa, niño? —Me cuestiona.

Suspiro profundamente y relajo un poco mis hombros.

—No es nada, ¿dónde está mamá?

Asiente no muy convencido.

—Está en el patio trasero, estamos tomando un té y platicando, ¿nos quieres acompañar?

—Ahh no, está bien, tengo sueño, me voy a la cama.

Peter frunce levemente el ceño y me mira un poco extrañado.

—¿Dormir? ¿Tú? ¿A esta hora? Ja, por favor, si tú eres como los murciélagos, te escondes de día en tu cuarto y sales de noche. Ya enserio, ¿quien eres y qué hiciste con Lucas? —Pregunta en un tono un poco divertido.

Exhalo con hartazgo.

—No sé de qué hablas, Peter, estás loco, ¡y lo digo con ánimos de ofender!

Apaga las luces y enciende las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora