37. Die With A Smile

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12/09/2020

"No me temes a mí, si no al significado que le han dado a mi nombre, es un poco triste, ¿no creés?" —Escuché a lo lejos, pero a lo lejos solo existía la nada.

—¿Quién eres? —Indagué.

"Ya sabes quien soy." —Respondió, distante.

—No lo sé, no te veo, no veo nada.

"Exacto, eso soy, la nada, el final y un nuevo comienzo."

—¿Qué quieres? —Pregunté con recelo.

"Ya te lo dije, estoy triste porque todos me temen, pero más allá de lo que podrían pensar de mí, solo represento el cambio."

Un frío familiar se escabulle entre mi ropa, erizando todos y cada uno de los vellos en mi cuerpo, pero no es hasta que siento una mano pesada en mi hombro que decido abrir los ojos.

Observo mi entorno y entonces siento la necesidad de volver a sumergirme en un sueño profundo y escalofriante, en donde solo existimos la nada y yo siendo parte de ella.

Estoy cubierto con una manta que mamá me trajo, pero el frío habitual de estos lugares parece que se aferra a los huesos y no a la piel, el raro olor concentrado en el aire de medicamentos y desinfectantes hace que una horrible sensación de náuseas se instale en mi estómago, quiero salir corriendo de aquí, no hay nada más que desearía en este momento, pero no quiero irme solo, si es así, preferiría quedarme a vivir en este lúgubre lugar lleno de esa sensación que te provoca la aparente cercanía de un doctor con un "algo salió mal, lo siento", escrito en la cara, aún así, preferiría quedarme aquí, hasta que los dos podamos finalmente salir caminando o corriendo, tomados de las manos y con una gran sonrisa de alivio grabada en la cara.

—¿Qué pasa? ¿Pasó algo? —Llegamos aquí a las siete de la mañana, también llamé a mamá, a ella le tomó una hora en llegar y a Peter dos. Se suponía que la cirugía estaba programada para las ocho AM, pero debido a una serie de problemas, desde entonces la han ido prolongando, hasta ahora, que son casi las tres de la tarde.

—Quiere hablar contigo antes de proceder. Sígueme.

Miles de pensamientos negativos comienzan a pasar por mi mente, los he tenido desde anoche, casi no dormí por culpa de ellos, pero ahora, ahora son cuando más se han ido multiplicando, dándome ese sentimiento de que algo malo va a pasar sin siquiera haber comenzado con lo realmente complicado. Con lo que, sin dudarlo, marcará un antes y un después en mi vida.

Pero todo lo que he vivido con Lans ha sido así, un antes; que su único trasfondo sería el de una persona que vivía la vida sin saber que lo estaba haciendo, en modo automático. Y un después; el mejor después que alguien pudiera vivir en su vida, palpar la realidad de el personaje principal de un libro y hasta creer poder saborear los colores del arcoiris.

Cuando estoy a punto de seguir a Félix una mano delgada y helada toma la mía y le da un fuerte apretón, tratando de transmitirme algo de valor, lo sé porque es lo único que los ojos de mamá me transmiten, y es suficiente, en este momento palabras de aliento serían innecesarias, su apoyo es lo que necesito, y lo tengo.

—Sonríe..., no para ti, sino para él. —Me sugiere Peter. Asiento, se a lo que se refiere, quiere que le dé tranquilidad, pero es difícil dar algo que no tienes.

Sin embargo, lo intentaré.

Los pasillos del lugar son largos, medianamente vacíos, silenciosos, siendo la única excepción una mujer de mediana edad que llora desconsolada y sola en una esquina, al lado de una planta cuyas hojas han decidido que hoy es un buen día para estar decaídas. Entramos a un ascensor y a medida que vamos subiendo el llanto de la mujer se va desvaneciendo, hasta finalmente, haber desaparecido.

Apaga las luces y enciende las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora