20. Kalopsia

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17/05/2020

Entonces Dios bajó a la tierra y le ordenó a sus ángeles tocar las trompetas del juicio final.

Estoy viviendo mi final.

Nunca antes había sentido esto en mi cuerpo.

Podría ser que esta vez realmente sea mi fin.

Todo me da vueltas y siento algo feo en el estómago, sumándole un maldito dolor de cabeza y el ardor en la garganta, no hay dudas, me estoy muriendo. Hasta aquí llegó Lucas Andrey Turner O' Ryan.

—¡Dios!, ya llévame contigo y ponle fin a este perro sufrimiento! —Suplico al cielo.

¿Qué me pasó ayer? 

—Dios te soporta tan poco que en vez de llevarte con él te dejó conmigo —dice repentinamente una voz ronca.

—¿Satanás? ¡Oh, Satanás! —Exclamo, girando hacia la voz—. ¿Qué haces en mi habitación? —Le reprocho a Lans al ver que se trata de él.

—¿Estás seguro que es tú habitación? —Cuestiona de vuelta.

Froto mis ojos y, sin poder levantarme, inspecciono todo el lugar.

En efecto. El color de las paredes, el techo, la escasa cantidad de objetos en el lugar e, incluso el olor en el aire. Todo es diferente, este no es mi lugar.

—Sí, mi cuarto no es tan aburrido como este pero, en primer lugar, ¿cómo llegué hasta aquí? Mi mamá va a matarme.

—Te encontré anoche con un tipo extraño. ¿Quién era?

—¿Cierot? ¿Un tipo casi calvo que si lo ves a los ojos te da miedo? —Tal vez no sea muy bueno describiendo a las personas.

—Posiblemente, si —dice, con un ligero tono de reproche.

—Creo que algo me indigestó ayer —me quejo, cambiando de tema.

—Te drogaste y emborrachaste —me acusa.

Así qué era uno de esos brownies.

—No tomé cerveza —trato de disminuir mi condena.

—Sí, lo hiciste.

—Era agua.

—Cerveza.

—Ese Jesús...

—Jesús convirtió el agua en vino, no cerveza.

—Ese Moisés...

—¡Lucas!

—Ya ya, cállate que mis sentidos arácnidos están por los cielos —froto mi cabeza, sintiendo como mis neuronas mueren una por una.

—Toma esto —ofrece. Acercando su mano a mi cara.

Tanteo en el aire hasta dar con el lugar correcto y tomo de su palma algo redondo que rápidamente identifico como un analgésico. Aunque creo que sería más efectivo tomarme un veneno y adelantar lo inevitable.

Trato de sentarme, pero simplemente no tengo las fuerzas para ello.

—Te ayudo —susurra de manera sutil.

Pasa suavemente un brazo por mi nuca, quedando tan cerca de mí que siento como un nudo se forma en la boca de mi estómago, no logro procesar el significado, tal vez sea uno más de los síntomas de la droga que probé, esa también puede ser la respuesta para esta extraña sensación de vértigo que me genera su cercanía.

No me resisto a su ayuda y permito que la  inercia cada vez me deje más cerca de él, entonces por primera vez desde que lo conozco, siento su aroma. Una suave fragancia que me hace sentir reconfortado. Y su calor corporal que, pese a estar en una estación cálida del año, se siente agradable, acogedora.

Apaga las luces y enciende las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora