18/07/2020
Según Google, el principal objetivo de tener una cita con alguien es dejar una buena impresión en esa persona y, dos de los lugares más comunes y efectivos para lograrlo es: en un parque de diversiones o ver una película de terror en el cine. Según lo que leí, la adrenalina que te causan estas cosas tenía algo que ver con la vinculación de buenos recuerdos o algo así.
Pero no me gustaría que nuestra primera cita sea... No sé, ¿cliché podría decirse? Además, los parques de diversiones no me divierten, todo lo contrario, me aterran, sobre todo después de ver esa traumática película de la chica que tiene una premonición dónde todos mueren en la montaña rusa y se hace realidad.
Muy bien dice el dicho que hombre precavido vale por dos.
Por otro lado estaría de sobra explicar el porqué ver una película de terror en una pantalla gigante sería el equivalente a clavarme una daga en el pecho.
Y no creo que Lans esté interesado en ver Wonder Woman 1984.
Pero bueno, los preparativos de nuestra cita hoy están a cargo de Lans, quien debería salir pronto para irnos a no sé dónde a hacer no sé que, pero espero y me guste.
Tras unos minutos más de espera finalmente termina de arreglarse y sale de su casa, con una chaqueta de cuero que llama mi atención y pantalones de mezclilla rasgados, sin mencionar su nuevo corte de cabello que pasó de surfista a actor de Hollywood.
Espero y no note que me puse lo primero que encontré.
Y todo por culpa de los nervios, lo juro.
—¿Esperaste mucho? Perdón, no sabía que ponerme —pero antes de poder responderle se acerca y deja un beso fugaz en mi mejilla, permitiendome captar su dulce aroma que sería todo lo contrario a como luce.
Visualmente Lans, nasalmente un osito cariñosito.
—¿Y qué, me vas a llevar a Quiereme Mucho o a FancyLand? —Digo bromeando, pero su cara coqueta me dice al instante que no lo tomó como tal.
—¿Quieres ir a Quiereme Mucho? —Dice, en un tono seductor y pícaro que me pone los pelos de punta.
—A una iglesia, sería más conveniente.
Lo malo de ser novio de un pecador como él es que a veces también te dan ganas de pecar. Dios, limpia mi mente de pensamientos impuros y dame fuerza para controlar mis ojos.
Le doy la espalda y entro primero al auto, el de su padre, obviamente. Aunque me abstengo de verlo directamente, se que ahora mismo está sonriendo tanto al grado en que sus ojos se vuelven algo imperceptibles, emocionado.
—Te peinaste hoy —comenta antes de encender el auto—, no me estraña que te veas más lindo de lo normal.
Aún no me termino de acostumbrar a esta sensación.
Aunque sostengo mi palabra, me gusta.
—Mhm, tú también te ves más o menos bien.
Sin mencionar que me cuesta decirle palabras bonitas.
—... Más o menos. ¡Auch! Yo diría que mi belleza hoy rivaliza con la de Henry Cavill en sus 20.
—Ajá, si quieres te pellizco para que dejes de soñar despierto. ¿Nos vamos?
—A sus órdenes, mi rey.
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Apaga las luces y enciende las estrellas
RomanceLa mayor parte de mi infancia y adolescencia la he pasado solo, sin amigos, algo que nunca me ha importado mucho, para mí: un buen libro siempre será mejor compañía que una persona. Pero nada es constante y todo cambia, ley de la vida. *** Aún no lo...