CAPÍTULO ⁷

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-Alain-

Marco se portó muy lindo conmigo, aunque no me gustó para nada la forma en la que me miraba. No sé en qué momento le conté todo, supongo que ya no podía más y que por ello exploté.

Me sorprendió la forma en la que escuchó atento todo lo que le dije. Todavía siento el mal olor en mi nariz del humo que esparció por mi rostro, tan joven y ya anda fumando.

La verdad es que no acostumbro a cruzar palabras con personas que no conozco, pero me sentía demasiado vulnerable. Él se ofreció a llevarme a casa de las gemelas para que pudiera quedarme con ellas.

Luego de anotar su número en mi celular se fue, creo que a su casa. Las gemelas me recibieron de mil amores, pasé toda la noche hablando con ellas hasta que por fin se quedaron rendidas. No conozco muy bien a estas chicas, pero son las únicas personas con las que he socializado en el poco tiempo que llevo en el instituto.
Me parecen muy agradables, Danna se puede distinguir perfectamente de Donna, puesto que su cabello es castaño como el mío, en cambio el de la otra gemela es negro azabache.

Yo no pude dormir en toda la noche. ¿Qué es esto que siento? ¿Por qué viene a mi mente la imagen de Marco? ¿Por qué estoy pensando otra vez en él? Mi cabeza estaba a punto de explotar con tantas preguntas.

Las palabras que dijo cuando veníamos hasta acá se reproducen como video en mi cabeza.
"-Mis padres nunca están al igual que los tuyos, pero a diferencia de ti a mí no me afecta en lo más mínimo. Nunca estuvieron y no tienen por qué estarlo ahora, en diecinueve años nunca se han interesado por mí ni por mi hermano menor, así que estoy bien así, además puedo hacer lo que quiero, cuando quiero y como quiero y nunca me dicen nada"

Sonaba tan convencido de lo que decía, me hago un sinnúmero de preguntas. ¿Cómo es posible que no le afecte la falta de atención por parte de sus padres? ¿Por qué fuma siendo tan joven? ¿Por qué su actitud de chico rebelde? Entre tantos pensamientos logré quedarme dormida.

Desperté con los ronquidos de Donna y miré mi celular, abrí los ojos de par en par al darme cuenta de que faltaba muy poco para el amanecer y si no me daba prisa no llegaría a clases.

Escribí una nota para las gemelas agradeciéndoles por acogerme en su casa y portarse tan bien conmigo. Salí de la habitación sin hacer ruido para no despertarlas.

De camino, me encontré a la señora que nos recibió anoche, me regaló una gran sonrisa e insistió en que uno de los choferes de las gemelas me llevara y yo asentí dándole las gracias.

Antes de que pudiera darme cuenta ya estaba en la puerta de mi casa, agradecí al chico y él asintió sonriendo para luego desaparecer entre los pocos autos que transitaban.

Abrí con mis llaves, gracias a Dios siempre las llevo conmigo, me sorprendió no encontrar a Taylor al llegar, supongo que aún no despierta.

Me adentré a la casa encontrándome con una muy preocupada Marilus que corrió para acogerme en un caluroso abrazo.

-Mi niña, anoche Taylor me llamó para decirme lo que había pasado, me preocupé toda la noche. ¿Estás bien?- yo asentí tratando de calmar sus nervios.

-Estoy bien nana, no me paso nada.

-No vuelvas hacer eso Alain.

-Te lo prometo.- le dije haciendo que se calmara, -¿Y mis padres?- ella me miró con tristeza y me entregó una pequeña nota para luego irse a la cocina.

"Alain, tuvimos que salir de viaje por motivos de trabajo, regresaremos en una semana. No quise despertarte, pórtate bien, Marilus te cuidará."
Tu madre, Elain.

Ni siquiera notaron que no pasé la noche aquí, ¡Dios! ¿Pero qué hice para merecer este trato de parte de mis padres?

Subí a mi habitación y me dispuse a ducharme, lloré un buen rato, seque mis lágrimas y luego salí de la ducha para colocarme el uniforme e irme al instituto. Bajé a la cocina, desayuné con Marilus, me despedí de ella y salí de la casa, Taylor ya me esperaba así que subí al coche y él puso el pie sobre la marcha.


























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Nota de la autora: Muchas preguntas rondando la cabecita de Alain y la respuesta a todas: le empezaba a gustar ese chico.
Y que había de Marco, sus padres eran igual de ausentes que los de Alain y a él parecía no molestarle, todo lo contrario se sentía cómodo con eso, esto lo había convertido en un chico sin valores e incapaz de adquirir responsabilidades. Sin duda alguna la forma en la que nuestros padres nos críen influirá mucho en quienes seremos cuando lleguemos a la edad adulta, aunque siempre y cuando haya voluntad podemos cambiar eso. Sus padres ni siquiera notaron su ausencia y así era siempre, para cuando se iban a la empresa ella estaba dormida y para cuando llegaban también lo estaba, eran dos padres totalmente ausentes y exentos de sus responsabilidades, dañaron emocionalmente a su pequeña hija lo que significa que también dañaron la mujer en la que empezaba a convertirse.
Los veré en el siguiente capítulo mis queridos ojitos de koala.

La vida de una adolescente ✓ [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora