GOLDEN - 𝑯.𝑺

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Volví, un capítulo lleno de un poco de todo, la verdad.

Aquí está la pelea que tanto estaban esperando.

 Espero sus comentarios, lxs amo, besos.

*

GIANNA

—Espera, déjame entender. —inició Shawn pausadamente, ladeando su cabeza mientras ordenaba sus ideas— Tu novio finge seguir siendo el novio de su ex novia, hace unas horas la besó y ahora mismo está cenando con su otra ex novia. ¿Verdad?

Asentí.

—Y la llamó "bebé", no olvides eso. —agregué tomando un sorbo de mi bebida.

—¿A su ex novia con la que finge seguir o a su ex novia con la que está cenando?

—Con la que finge seguir.

—Mierda.

Permanecimos en silencio por unos segundos hasta que el castaño lo rompió.

—Ahora me siento mal por no poder invitarte un trago, porque es obvio que lo mereces.

Reí suavemente y le resté importancia.

—No te preocupes, nada que una cajita feliz de McDonald 's no pueda arreglar.

Siempre olvidaba que en Estados Unidos Shawn no tenía la edad legal para beber, así que nuestras opciones se redujeron a los pocos restaurantes que seguían abiertos a pesar de las altas horas de la noche.

—Y helado, te compensaré la falta de alcohol con un poco de helado. —agregó él con una sonrisa.

—Suena como un buen trato. —reí.

Prácticamente desde el momento en que había puesto mi pie sobre el auto de Shawn había empezado a contarle todo lo que había ocurrido aquella noche. Sin usar nombres, por supuesto, porque Harry me asesinaría si llegara a enterarse.

Aunque sólo era necesario sumar dos más dos para lograr comprender de quienes estaba hablando.

Aún así, Shawn no hizo ningún comentario al respecto y se limitó a escucharme y aconsejarme, como si no importara para nada la identidad de las personas de las que estábamos hablando, cosa que agradecí enormemente.

—Lo lamento, sé que llevo horas abrumándote con mis problemas.— comenté levemente avergonzada apoyando mi mejilla en una de mis manos.

—Hey, no te preocupes, para eso somos los amigos. —dijo tranquilamente, hasta que agregó apresuradamente— Somos amigos, ¿verdad?

Reí suavemente y asentí.

—Llevo horas contándote mis problemas, te aseguro que somos amigos.

Correspondió mi sonrisa y asintió.

—¿Te puedo hacer una pregunta?— al notar la expresión en su rostro agregué— No vale la que acabo de hacer.

Puso los ojos en blanco.

—Adelante.

—¿Aún estás enamorado de Camila, verdad?

El sonrojo cubrió su rostro con una rapidez impresionante, tanto que alcancé a notarlo a pesar de que se apresuró en ocultar la mirada.

—Yo, uhm, bueno, sí, ¿por qué?

Mirándolo con una sonrisa tomé el juguete que venía en mi cajita feliz y entonces, cuando él levantó la mirada en busca de una explicación para mi silencio, le arrojé el objeto a la cara.