➳PRÓLOGO

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Cuando Bob la llamó al escenario, Gianna le lanzó un beso a sus amigas y se dirigió al mismo sonriendo y contoneando sus caderas. En el camino saludó a muchos de los presentes, le arrebató un paquete de cigarrillos a uno de ellos, lo arrojó a la basura y siguió su camino.

—Nuevamente, y probablemente por última vez con nosotros, ¡la increíble Gianna!

Le agradeció a Bob y tomó la guitarra que tenía a un lado de la tarima, se acomodó en su asiento y posicionó correctamente el micrófono.

—Bob es un vil mentiroso, seguiré viniendo, no tan seguido como antes pero lo haré.—dijo con una sonrisa mientras recibía aplausos.

Llevaba tocando en aquel pequeño bar todos los fines de semana desde que había llegado a Londres, cuatro años atrás, cuando solo tenía diecisiete años.

Empezó a tocar melodías suaves en la guitarra.—Hola a todos, soy Gianna, pero me conocen más como Gigi.—los presentes rieron, eran casi siempre las mismas personas, todos allí la conocían, aún así ella siempre se presentaba.

—¡Gigi cásate conmigo!

Todos rieron.

—Mi respuesta sigue siendo no, Rob— aquel chico siempre hacía la misma pregunta aunque la respuesta siempre fuese la misma. Robert era un cliente frecuente del bar, tenía veinticuatro años. Las primeras semanas en que la conoció le había insistido en salir, después de la primera cita decidieron permanecer como amigos y empezaron a bromear sobre eso.

—Ya cásense y dale un hijo, cariño.— gritó Lewis, uno de los que más la molestaban con el chico.

Gigi puso los ojos en blanco. — Aún si lo hiciera y tuviese a su bebé, no sería asunto tuyo, Lewis.

Todos rieron ante las palabras de la chica y le aplaudieron aún más fuerte. Todos la amaban, generaba un ambiente familiar y siempre hablaba con ellos.

—Me alegra estar aquí con ustedes y me complace anunciarles que mi amiga aquí presente y yo por fin vamos a abrir nuestra academia de música, así que por favor un aplauso para la maravillosa y talentosa Marian, también conocida como la mejor amiga del mundo.

Marian se sonrojó intensamente mientras le pedía a las personas que dejaran de aplaudirle, siempre le había intimidado ser el centro de atención, algo que la diferenciaba enormemente de su mejor amiga, quien era increíblemente segura de sí misma.

Gigi rió. —Está bien, mucha charla por ahora.—dijo, y luego empezó a cantar.

Un hombre se encontraba en aquel bar observando a la mujer en la tarima, se veía tan tranquila y confiada, cosa que lo sorprendió y complació enormemente.

—¿Siempre viene por acá?— le preguntó al hombre que se encontraba sentado junto a él en la barra.

—¿Gigi? Todos los fines de semana, ¿Por qué?, ¿te gustó?, te advierto que es difícil salir con ella, todos los que estamos acá la hemos invitado a salir, pero siempre se niega.

El hombre alzó una ceja y rió. — Así que ella tiene su propio grupo de admiradores.

—Así es.— replicó con una sonrisa.

Lo entendía completamente, ella era preciosa y se notaba que tenía carácter.

—¡Fondo!, ¡Fondo!, ¡Fondo!

Gigi tomó el vaso bebió el líquido de un solo trago, sus amigas aplaudieron emocionadas y todas estallaron en risas. ¿Estaba algo ebria? Definitivamente. No solía beber, pero era una ocasión especial.

GOLDEN - 𝑯.𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora