39

1.4K 104 24
                                    

Antes de empezar quisiera agradecerles por todos los comentarios de amor y apoyo que me dejaron en el capítulo anterior, no tienen idea de lo mucho que lo valoro y lo importantes que son cada unx de ustedes, así sean de los que siempre comentan y votan, o si simplemente son lectores fantasma, tan solo el hecho de que hayan dejado que esta historia y yo entráramos a su corazón lo significa todo para mí.

Así que este es mi pequeño regalo de Navidad, por todo el amor que ustedes me dan a diario.

Disfruten el capítulo <3


*


—Es bastante apuesto.

—Sí, lo es.

—Aunque un poco pálido.

—Definitivamente.

—Deberías convencerlo de broncearse ahora que regresen a Los Ángeles.

—Lo tendré en cuenta. —prometí.

—Y habla un poco lento.

—Es cierto. Pero yo hablo demasiado rápido en compensación.

—Real. Y es muy alto, no esperaba que fuese tan alto.

—Oh, sí, es estupendo.

—Y ese acento.

—Ugh, no me hagas empezar a hablar sobre eso.

—Y tiene unos rizos encantadores, yo—detuve su balbuceo.

—Abu, aún no me has dicho qué opinas de él.

Mi abuela me observó por unos segundos, mientras aclaraba sus pensamientos y escogía sus palabras. Estábamos sentadas en una de las bancas del jardín, esperando juntas la llegada del amanecer. En unas horas, Harry y yo regresaríamos a Londres, donde pasaríamos unos días en compañía de Gemma y Anne antes de regresar a Los Ángeles para volver al trabajo.

—¿Recuerdas una de mis primeras lecciones sobre la clase de hombres en las que no debías confiar?—empezó abu.

Asentí.

—No confíes en los hombres atractivos y con dinero,—recité— normalmente no son lo que aparentan.

Ella movió su cabeza en asentimiento.

—Bueno, parece que Harry me demostró que hay excepciones.—sonrió— Es un buen chico. Y por Dios, deberías ver la manera en la que te mira. Es adorable, algo gracioso, pero muy adorable.

Reí suavemente ante sus palabras, mientras ella tomaba mi mano entre la suya y la apoyaba en su pierna en lo que observábamos la estupenda aparición del sol.

—Gracias por traerlo y presentármelo.—susurró abu sin dejar de observar el paisaje ante nosotras.

—Tu opinión significa mucho para mí, abu, lo sabes.

Ella sonrió.

—Me alegra mucho saber que estás feliz y acompañada. No me arrepiento de no haberme casado, y sabes que me gusta mucho tener mi espacio y estar sola, pero hay días en los que esa soledad se puede volver un poco ruidosa, por más irónico que suene.—rio tratando de restarle importancia, pero sus palabras estrujaron un poco mi corazón.

—Abu, sabes que no estás sola, ¿verdad? Formaste una gran y maravillosa familia y todos nosotros te amamos con locura, y solo estamos a una llamada de distancia. Y prometo visitar más seguido, de hecho podría quedarme más tiempo, H puede regresar a Londres solo y yo—

GOLDEN - 𝑯.𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora