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OK, LLEGAMOS A LOS 3K Y YO AÚN NO LO CREO. 

Y, bueno, por la emoción decidí cambiar la portada, otra vez.

Sólo puedo darles las gracias por su infinito apoyo, por amar a Harry y por amar a Gianna.

Gracias por leer, por comentar, por votar y ayudarme a hacer crecer esta historia. No tienen idea de lo feliz que eso me hace.

Adoro leer sus comentarios, me motivan a seguir escribiendo y a emocionarme cada vez más por Harry y Gianna.

Sin más preámbulos, disfruten del capítulo.

-8SASSY8


*


—No puedo creer que estés trabajando con Harry Styles.

—Cuando lo dices en voz alta suena increíblemente irreal.

—¡Y me enteré por una publicación en su cuenta, no por ti!— se quejó mientras me miraba con el ceño fruncido.

Habíamos intentado ir hasta la colina Monte Lee para estar junto al cartel de "Hollywood", pero al darnos cuenta de que perderíamos en el trayecto más de dos horas, decidimos esperar el amanecer desde la calle Beachwood Drive.

En ese momento me di cuenta de lo mucho que había extrañado a Finnick, no como novio, sino como amigo. Hablar con él era sencillo, era divertido, no tenía que ser precavida con lo que decía, porque era sólo Finnick, el chico con el que había salido hacía ya varios años, ya conocía tanto lo mejor como lo peor de mí, no teníamos que fingir nada.

Siempre había pensado que lo malo de las relaciones era la incomodidad que permanecía en las personas después de romper, eso no había pasado entre nosotros y lo agradecía enormemente. Habíamos decidido atesorar los momentos juntos, y entender que las cosas simplemente no se dieron, que no se darían nunca, y no había nada que pudiésemos hacer. Y honestamente, yo estaba bien con eso.

Habíamos pasado las primeras horas en bares de karaoke, luego me había llevado a sus lugares favoritos de la zona. Después del amanecer recorreríamos el paseo de la fama y dependiendo del tiempo iríamos a Beverly Hills o a Chinatown.

En el momento en que el sol empezó a hacer su aparición Finnick rodeó mis hombros con su brazo y me acercó a él.

—¿Aún te gusta ver los amaneceres?—preguntó.

—Tanto como los atardeceres.

Sonrió.

—Eso es un sí.

—Es un absolutamente.

Permanecimos en silencio por unos segundos.

—¿Dónde está Jessie?

—En un viaje de negocios en San Francisco, es una persona importante.—replicó guiñando un ojo.

—¿Ya llevan cuanto? ¿Tres años?

—Cuatro.

—Joder, como pasa el tiempo.

Rio.

—Sí, demasiado deprisa.

—¿Y cómo —fui interrumpida.

—Le voy a pedir matrimonio.

GOLDEN - 𝑯.𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora