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Un año después

—Así es, cielo. Vas muy bien. Si sigues así, dentro de unos meses serás incluso mejor que yo.

Pude notar como sus ojos se iluminaron. —Eres asombrosa, Gigi.

Me encogí de hombros, simulando restarle importancia, —Eso creo.—dije fingiendo arrogancia mientras la guiñaba un ojo, cosa que había notado que hacía reír a los niños. —Tú también lo eres.— agregué mientras me arrodillaba ante ella.

Una gran sonrisa adornó su rostro. —Gracias.—dijo mientras me daba un rápido abrazo.

Esa era una de las cosas que más me gustaba de trabajar con niños, el hecho de poder ayudar un poco en la formación de su confianza en sí mismos, sabía como un comentario positivo podía ayudar en ello.

—Gracias a ti.—le sonreí. Kelsey era probablemente una de mis alumnas favoritas, a sus cortos siete años de edad era muy buena con el piano y se esforzaba mucho. Era muy tímida e introvertida, su madre me comentó que las clases de música fueron de mucha ayuda para ella y poco a poco ha ganado confianza en sí misma.

Casos como ese me hacían sentir increíblemente orgullosa de mi trabajo.

La "Academia de artes G&M" había avanzado y prosperado rápidamente, contando ya con varios puntos en Reino Unido y una gran cantidad de clientes. Ya no daba tantas clases como antes, ya que habíamos logrado contratar muchos más maestros y debía hacerme cargo de los inversionistas y la organización de los eventos, pero me sentía increíblemente orgullosa de lo que habíamos logrado en tan poco tiempo.

Después de terminar la clase, me dirigí a la oficina de mi mejor amiga, mientras caminaba me choqué con Nate, su novio.

—Santo Dios, ¿no tienes nada más que hacer? siempre estás aquí.— pregunté mientras ponía los ojos en blanco y me acercaba a saludarlo.

—Deja de ser una maldita celosa, es hora de almorzar y vengo a recoger a mi novia.

—Ustedes dos me van a dar diabetes.

—¿Sabes qué necesitas? Un jodido novio.— contestó mientras revolvía mi cabello.

—No,—empecé mientras lo apartaba y trataba de ordenar mi cabello— necesito que me aumente la insulina, pensé que habías prestado atención a las clases de biología. —repliqué, siendo él quien puso los ojos en blanco en esa ocasión.

Nate y yo llevábamos una amistad basada en molestar al otro. A pesar de todo lo que decía, le tenía muchísimo aprecio y confiaba en él, sobretodo porque había sido el novio de Marian por casi tres años.

—Mejor, ¿sabes dónde está mi preciosa novia?

—Ya te la traigo.

Seguí mi camino, y al llegar a mi destino abrí la puerta sin tocar, ocasionando que Marian se sobresaltara y dejara caer la carpeta que tenía en sus manos.

—¡Gianna Aborn, hija de tu santísima madre! ¡Casi me das un infarto!

—¿Ups?—le dirigí una sonrisa de inocencia que solo logró que ella me mirara con los ojos entrecerrados.— Vengo para decirte que Superman está esperándote para ir a almorzar. — dije apoyada en la puerta, noté como su mirada se suavizó ante la mención de Nate, me alegraba el verla tan feliz con alguien que verdaderamente la valoraba.

—¿Cuándo dejarás de llamarlo así? — preguntó mientras negaba ligeramente con la cabeza, pero podía notar su sonrisa.

—Cuando encuentre un apodo mejor, últimamente no he tenido suficiente tiempo para molestarlo. —contesté, mientras que Marian fingía mirar al techo exasperada.

GOLDEN - 𝑯.𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora