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GIANNA

—¿Ya estás lista?

—Por supuesto que no.

—¡Giannaaa!

—¡No es mi culpa! ¡Tú eres el único psicópata que me dice tres horas antes que nos vamos a Nueva York!— chillé mientras corría por mi cuarto arrojando prendas en la maleta.

—También soy el único psicópata que te lleva a Nueva York.—recordó.

Lo miré con el ceño fruncido.

—Vale, sí.—admití poniendo los ojos en blanco mientras intentaba cerrar mi equipaje.

Y como soy la persona más afortunada del mundo la bendita maleta no cerraba.

Le di una sonrisa nerviosa, él rodó los ojos entendiendo mi súplica.

Caminó rápidamente hacia mí, me cargó con esa facilidad que siempre me sorprendía y finalmente me dejó sobre la maleta, donde empecé a saltar hasta aplacarla un poco y me senté sobre la misma mientras él se encargaba de cerrarla.

Un gran equipo.

—Algún día la vas a dañar.

—Algún día compraré otra.—repliqué con una sonrisa que lo hizo reír y negar con la cabeza.

Después de dejar todo listo en casa nos dirigimos, en compañía de mi cactus, compañero de aventuras, al aeropuerto, donde horas después abordamos nuestro vuelo.

—Me estás mal acostumbrando a viajar en primer clase.—comenté mientras recibía la copa de champagne que nos estaban ofreciendo.

Harry rio y negó con la cabeza.

—Cierto, recuérdame llevarte en clase económica la próxima vez. 

Bajé la mirada hacia la copa en mi mano y el asiento masajeador debajo de mi.

Viajar en primera clase era jodidamente adictivo.

Pero de tan solo pensar en lo mucho que costaba...

—Sí, la próxima será en clase económica.—acordé.

A mí me gustaba primera clase por las comodidades, la primera vez que Harry me había llevado en ese tipo de asientos fue como si jamás hubiese estado en un avión. 

La diferencia era jodidamente exponencial.

Primera clase era un lujo que yo definitivamente no me podía dar.

Por otra parte, sabía que a Harry le daba algo igual eso. Había viajado en cientos de ocasiones, tanto en primera como en clase económica. Conocía las comodidades y le daba igual tener que prescindir de ellas.

Sabía que la razón principal por la que solíamos viajar en primera clase era el beneficio de abordar antes que los demás pasajeros, y por supuesto, la privacidad. Algo casi imposible por su carrera.

Por lo que él verdaderamente la apreciaba.

—Sí, algún día podremos viajar en clase económica.—dijo en un susurro, más para sí mismo.

Y supe lo que quería decir.

Que viajar juntos en clase económica era casi imposible. Por los rumores. Por los chismes. Por la atención mediática.

Aunque solo fuésemos amigos, se generarían rumores sobre nosotros, y Harry cuidaba mucho de su privacidad como para arriesgarse a ello. Además, acababa de terminar con Camille, lo que menos necesitaba eran chismes.

GOLDEN - 𝑯.𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora