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GIANNA

—Me gusta tu vestuario.

—¿En serio?

Asentí.

—Es mucho más casual, pero es muy... tú.

—Brillante, lo sé.

Puse los ojos en blanco ante su narcisismo.

Estábamos solos en su camerino, de hecho aún faltaban varias horas para el concierto, al tener la puerta abierta podíamos ver un poco de la locura que estaba desarrollándose en los pasillos del Movistar Arena. Hélene estaba por todos lados tomando fotos, el equipo de estilistas de Harry corría buscando todo lo que necesitarían para su cabello.

Era sorprendente la gran cantidad de tiempo que dedicaban a perfeccionar los pequeños rizos de su cabello.

Adam llevaba horas sentado en una esquina afinando su bajo, pues estaba seguro de que había una cuerda defectuosa, Sarah aprovechaba cualquier superficie que encontrara para usar sus baquetas y Mitch... Mitch existía.

Oh, y Jeffrey corría por todos los pasillos dando ordenes y procurando que todo saliera perfecto.

Pobre Jeffrey.

—Por cierto, Ayae está enojada contigo.— agregó distraídamente, refiriéndose a una de sus estilistas, mientras revisaba su celular.

—¿Qué? ¿Por qué?

Procuré repasar mentalmente mis últimas conversaciones con ella, de hecho nos llevábamos bastante bien, solíamos conversar mientras ella me ayudaba con algún peinado o maquillaje particularmente complejo.

—Le complicamos un poco más el trabajo por tener que tapar un chupón.

Oh.

—Me disculparé con ella.—respondí procurando permanecer tranquila.

Harry me dio una pequeña sonrisa antes de seguir escribiendo un mensaje en la pantalla de su celular.

—¿Harry?

—¿Sí?

Retuve mi labio inferior entre mis dientes mientras escogía las palabras.

—¿A ti, uhm, a ti también te molesta?

Bajó su celular y finalmente me dirigió su mirada.

—¿El chupón?

Asentí.

Era una charla incómoda, pero, bueno, tenía que estar segura. Todavía recordaba la vez en que Camille le había dado uno antes de un concierto y lo enojado, frustrado y desesperado que se encontraba. 

Sabía que él debía ser cuidadoso con este tipo de cosas, era una figura pública y se esforzaba por mantenerse lo más alejado posible de cualquier clase de escándalo, así que yo no quería ser otra fuente de preocupación para él.

—¡No!— respondió rápidamente, dejando su celular olvidado en la pequeña mesa junto a su asiento y caminando en dirección al sofá individual en el que yo estaba sentada.—Por supuesto que no, cariño.

Apoyó sus manos en mis rodillas indicándome que las separara, y cuando lo hice se arrodilló en el espacio entre ellas, dejando su rostro a la altura del mío.

—Ambos sabemos lo mucho que me gusta dejarte pequeñas marcas, no me molesta que hagas lo mismo.—agregó tranquilamente mientras llevaba su mano a mi mejilla y trazaba caricias suaves con su pulgar.

GOLDEN - 𝑯.𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora