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—No entiendo por qué estás tan nerviosa.

Bufé.

—Lo extraño sería no estarlo.— repliqué.

Harry me miraba con una sonrisa divertida desde la puerta de mi habitación, con las llaves del auto en las manos. Mientras tanto, yo estaba corriendo como psicópata por el cuarto mientras me aseguraba de no olvidar nada.

—Cariño, nos regresamos pasado mañana, no necesitas tantas cosas.— dijo señalando las dos maletas y el bolso que tenía preparados.

—¡Lo sé! Es que, es en caso de emergencia.— expliqué.

Harry me miró con una ceja arqueada, y tras negar con la cabeza cogió el bolso con una de sus manos, y antes de que me diera cuenta de lo que hacía, se inclinó, me rodeó con un brazo y me cargó sobre su hombro.

—¡HARRY! ¡¿QUÉ DIABLOS HACES?!

—Sacarnos de esta casa para poder viajar.

—¡Pero necesito mis cosas!

—Tienes lo necesario acá.— contestó mientras recogía su pequeño morral, dispuesto a salir de la casa.

—¡Harry no está ni la mitad de lo que necesito! 

Noté que no iba a ceder, ya que estaba encargándose de encender las alarmas de la casa. En realidad, no entendía como era capaz de hacer todo eso mientras sostenía mis piernas con uno de sus brazos.

Pero bueno, era Harry Styles.

—¡Sólo déjame guardar algo más!

—Dime qué es y yo lo empaco, si te dejo entrar a ese cuarto no saldrás hasta mañana.—replicó, puse los ojos en blanco.

—No te voy a dejar empacar mi ropa interior.

Harry se detuvo y se tensó completamente. Sentí como su agarre se hacía más fuerte en mis piernas.

—Bien.

Sonreí.

Harry regresó a mi habitación, pero en lugar de dejarme en el suelo caminó hacia mi armario y se puso de espaldas delante del mismo, para que quedara frente a mí.

—¿Es en serio?

—Sip.—contestó simplemente.

Puse los ojos en blanco y empecé a darle indicaciones de que se moviera, hasta que finalmente estuve frente al cajón que necesitaba y tras sacar las prendas las guardé en el bolso.

—Lista.— avisé mientras le daba dos golpecitos en la espalda.

No me sorprendí cuando me llevó sobre su hombro en todo el trayecto hasta el auto, ni lo hice cuando me acomodó en mi asiento, abrochó mi cinturón y me dio una pequeña sonrisa antes de dirigirse a su lugar.

Harry encendió el auto y finalmente nos dirigimos hacia la casa de Anne, permanecimos en silencio durante todo el trayecto, sabía que Harry me miraba en cada ocasión que tenía, pero estaba demasiado nerviosa como para dirigirle la palabra. En cuanto se estacionó en la casa de su mamá, en lugar de bajarse del auto tomó mi mano y me obligó a mirarlo.

—Cariño, dime, ¿qué sucede?

Mordí ligeramente mi labio inferior.

—Te vas a burlar.— admití, sin ser capaz de hacer contacto visual.

—Prometo no hacerlo.—dijo—Si no lo liberas no vas a disfrutar del viaje.

Lo miré a los ojos.

GOLDEN - 𝑯.𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora