CAPÍTULO SEIS

145 21 141
                                    


~Lilith Freya Windsor~

¿Cómo, cómo, cómo?

Había escuchado mal.

Aunque en el fondo sabía que no.

Chase Huntley me dijo eso, a mí.

No sabía cómo reaccionar.

Por una parte era algo totalmente sin sentido.

Pero por otra parte me convenía  sobremanera.

Tendría sus motivos para preguntarme eso.

Y yo tenía mis motivos para seguirle el juego.

Vaya que si los tenía.

Aceptaría y seguiría adelante.

—¿Por qué querrías eso, Chase? —Resaltando su nombre me había dado cuenta de lo bien que sonaba.

—Cuando se está aburrido, la obsesión es una puerta que está abierta frente a ti.

Fruncí el ceño —¿Está usted tratando de decir que solo fue producto del aburrimiento?

—Quiero ser tu dueño. Así de simple. —Se sentó en mi cama.

—¿Por qué? —Me quedé parada frente a él, esperando una respuesta.

—Te conozco más de lo que crees, Моя леди, somos muy parecidos.

—¿A qué te refieres? —Ladeé la cabeza, estaba muy confundida. Siempre lograba sacarme de contexto.

—Lo que estoy tratando de decir es que de alguna manera me llamaste la atención. —Miró a la mesa detrás de mí con algo de curiosidad.

—Huntley, quiero que me respondas, ¿por qué  quieres que yo te pertenezca?

Eso es lo de menos, Freya.

—Digamos que simplemente me siento atraído hacia ti, lo suficiente como para quererte solo para mi.

Creo que comenzaba a comprender su punto, solo quería que me acostara con él, lamentablemente eso no será posible.

—¿Y... qué obtendría yo a cambio de eso? —Crucé los brazos sobre mi pecho.

—¿Qué es lo que quieres obtener? —Tenía sus brazos a los costados, apoyándose en ellos y la cabeza hacia atrás, dejándome ver su cuello.

—Dinero —respondí fríamente.

—¡Voilà! —dijo de repente poniéndose de pie— ¡Trato hecho! —Me dió una sonrisa ladina y se acercó a la mesa que antes había observado con tanto interés.

Traté de adelantarme y cubrir los papeles bajo algunos libros, pero Chase los quitó todos desvelando el contenido de los papeles.

Mis dibujos.

Eran algo tétricos, si.

Eran macabros.

Eran mi terapia...

Mi desahogo.

Estaba lista para recibir un regaño por parte de cualquier persona que mirara esos dibujos hechos a lápiz.

Expresaban toda la mierda que tenía guardada dentro.

Pero por alguna razón, su reacción me tomó por sorpresa.

—¿Puedo quedarme con algunos? Son preciosos. —Sonrió mirando el papel.

—Si, te puedes llevar algunos. —Fue lo que salió de mi boca, mientras miraba fijamente a la pared.

ARTHURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora